jueves, 22 de octubre de 2015

Ya estamos en el futuro, y ahora ¿qué?

Sí, ya sé que fue ayer cuando Marty llegaba a su futuro/nuestro presente.
Sí, ya sé que todo el mundo ha escrito sobre ello.
Sí, ya sé que este tema no es nada original.
Sí, ya sé que abuso de la anáfora...
Pero los que me siguen o conocen mínimamente ya saben que, gustándome como me gusta devanarme los sesos con estas conjeturas espacio-temporales y siendo como es "Regreso al futuro" una de mis películas de culto, no podía no escribir sobre ello.
Yo nací en el 75, lo que significa que tenía diez años cuando estrenaron la primera parte y catorce cuando estrenaron la segunda. Sí señores, en mis tiempos mozos esperábamos cuatro añazos para saber como continuaba el To be continued. Y no nos moríamos ni nada, oiga...
Como decía, yo tenía catorce años cuando nos enseñaron cómo sería el mundo en 2015 (veintiséis años después...). Es como si ahora me hablaran de cómo será el mundo cuando yo tenga sesenta y seis años. El efecto fue incluso más fuerte, porque a los catorce ni se te pasa por la cabeza que un día tendrás cuarenta, mientras que desde los cuarenta, los sesenta y seis están ahí, casi a la vuelta de la esquina.
Mucho se ha hablado de lo diferente que es el futuro que le mostraron a Marty del presente al que en realidad hemos llegado. Hoy yo no voy a hablar de eso. Voy a hablar del futuro que yo me imaginé para mí misma cuando vi la película (tú también lo hiciste, admítelo)
En la película Marty se lleva tremendo sopapo (metafóricamente hablando, claro) cuando ve cómo es su futuro y lo mucho que difiere de los planes que se había hecho él y me temo que ese mismo sopapo nos lo hemos llevado todos.
Cuando yo tenía catorce años sólo habría podido imaginar mi actual presente como ejemplo del fracaso más estrepitoso. No me entendáis mal, no considero mi vida un fracaso en absoluto, pero me han hecho falta muchos años (ni más ni menos que veintiséis) para comprender que esto no es un fracaso, que una vida normal, con un marido normal y dos hijitos normales y sanos es lo más alejado de fracaso que hay.
Con catorce años, al igual que el Marty de diecisiete de la película, el concepto de triunfo era haber conseguido fama y dinero, y nada fuera de eso valía la pena.
Por eso me ha dado por pensar en mi particular "Regreso al futuro". Supongamos (como hemos supuesto y fantaseado miles de veces, admitámoslo) que tenemos el Delorean en nuestras manos. Supongamos que, tras haber visto el futuro que nos espera, volvemos a 1989. En mi caso concreto sería volver a los catorce años. Ahí estoy, con catorce años y las notas de octavo de E.G.B en la mano, con toda la vida por delante. Jovencísima de cuerpo y mente, sin ataduras. ¿Qué haría entonces con mi vida?
Lo primero que uno piensa es que lo haría todo de forma distinta, al menos eso es lo que pienso yo. Durante muchos años lo pensaba así "si volviera a los catorce años apostaría más fuerte por las cosas que de verdad quería, en lugar de, simplemente, dejarme llevar"
Como digo, pasé muchos años convencida de eso, hasta un día en que me atreví a profundizar en ese pensamiento y comprendí que no. Que no era esa la solución. Ahora sé que la única cosa que cambiaría si volviera al 89 es que viviría más hacia dentro, que emplearía todas mis energías en mi crecimiento y paz interior, que es lo único que, de verdad, importa en la vida.
Me siento como un náufrago que no sabe nadar y está perdido en medio del océano. Durante mucho tiempo me lamenté de no haber conseguido una balsa. Ahora sé que lo que de verdad tendría que haber hecho es aprender a nadar.
Por eso, si hay alguien leyéndome que aún tenga toda la vida por delante (y eso, queridos, incluye a todos los que estéis leyendo esto, puesto que siempre se tiene toda la vida por delante) sólo le aconsejo eso: que aprenda a nadar.
Porque cuando naufragues será lo único que, de verdad, te será útil.

Por cierto Marty, contestando a tu pregunta: Sí. Nos volvemos todos gilipollas en el futuro.

viernes, 27 de febrero de 2015

Yo para ser feliz quiero...

... un camión, seguro que habéis cantado todos. Y es que sale automáticamente. Pero no es cierto. Eso es lo que quería Loquillo y todas las personas sensatas sabemos que es sólo una estúpida canción.
¿Cómo va hacerte feliz algo tan tonto como un camión? Eso no cabe en cabeza humana.
Lo que sí que cabe en cabeza humana, según veo constantemente es que lo que te hará feliz es una pareja, hijos, un empleo, creer en Dios, un gol de Ronaldo, unos Loubotin, un coche más grande... espera. ¿A ver si, después de todo, no va a ser tanta tontería lo del camión?

Nos meten en la cabeza desde pequeños, y nos lo meten a conciencia, que la felicidad es algo que nos tienen que dar, que depende de cosas ajenas a nosotros mismos. 
Así nos pasamos la vida cantando como Loquillo "yo para ser feliz quiero un (ponga usted aquí lo que convenga)" y decepcionándonos cuando, una vez conseguido el camión (o lo que sea que usted haya puesto) seguimos sin ser felices.

Nos han engañado como a chinos, es como si le dices a alguien que para tener un orgasmo tiene que morderse un dedo. Se hará sangre, se llegará a amputar el dedo y se quedará sin orgasmo. Y, lo que es peor, sintiendo que es un fracaso de persona porque es incapaz de conseguirlo.

Dijo Nicolas Chamfort que la felicidad no es cosa fácil: es muy difícil encontrarla en nosotros, e imposible encontrarla en otra parte, y yo estoy absolutamente de acuerdo. Pero me ha costado muchos años de mi vida comprenderlo. 
he de confesar que aún no la he encontrado, la felicidad. Pero ahora me siento bien porque sé que estoy buscando en el lugar correcto y que cuando menos lo espere me sorprenderé a mí misma comprendiendo que soy feliz. 
Como cuando uno, de repente, se da cuenta de que está enamorado...