Mucho he oído en mi vida sobre el feminismo. Nunca llegó a convencerme lo que oía, porque siempre me dio la impresión de que la mujer tomaba todos los defectos tradicionalmente achacados al varón, pero ninguna de sus virtudes. Por no hablar de que perdimos nuestras pocas ventajas sin perder a la vez nuestros numerosos inconvenientes. Por lo que yo veo, la mujer va ahora a trabajos de mierda (perdonen mi crudeza, pero no encuentro mejor modo de llamar al actual mundo laboral) y cuando vuelve a casa sigue teniendo que hacer las tareas domésticas. Y que no me vengan con monsergas, cuando una tía se acuesta con muchos sigue siendo una fulana, una fresca, una golfa y demás apelativos por todos conocidos. Sin embargo el varón que se acuesta con muchas es un tío macho ¡qué cojones! Yo he sido, soy en la práctica, una madre soltera y sé que las cosas no han cambiado tanto como yo pensaba antes de verme en esta vicisitud. La mujer ha ido conquistando terreno poco a poco, pero, ¿qué terreno? y ¿a qué precio? Cada vez que voy a una entrevista de trabajo y digo que tengo un niño veo el horror reflejado en el rostro de mi entrevistador, entonces tengo que precipitarme a aclarar que tengo canguro 24h (otro día hablaremos del síndrome de la abuela esclava) y que puedo echarle a la empresa todas las horas que hagan falta, entonces el baranda se relaja y la entrevista transcurre sin tensiones. Ahora resulta que yo, que siempre he sido atea y roja (los masones no me admitieron, como a Franco), tengo que pensármelo dos veces antes de mostrar mi instinto maternal para que no me tachen de clon de Ana Botella.
No hace mucho encontré una luz en mi arduo caminar: el Retrofeminismo. Y me dije: "esto es lo que siempre había buscado sin saberlo". Ser mujer y tener derechos no significa renunciar a lo más glorioso que tenemos las hembras mamíferas: la maternidad. Creo que los varones nos han hecho creer que eso, el hecho de parir, era una maldición (no lo digo yo, lo dice la Biblia) porque nos tienen envidia, una envidia atroz. Porque en el reparto a nosotras nos tocó la lotería, llevar un bebé en la tripa es la cosa más alucinante y sorprendente que jamás he hecho.
Las Retrofeministas reivindican el derecho de la mujer a vivir su maternidad sin que le toquen las narices, y a dar el pecho a su hijo el tiempo y en el lugar que haga falta. Y a que el cuerpo se "estropee", cambie, los pezones se desparramen, la tripa se quede flácida y el mismísimo luzca para siempre una cicatriz. Ser madre es tener hijos, no una profesión. Es decir, yo puedo ser médico, juez, costurera o pianista y a la vez ser madre. No es que ser madre quede reservado a las marujonas que no han servido para otra cosa.
Ya me duelen los tímpanos de oír a tías que lesionan su cuerpo con tacones de diez cm, pechos de silicona, tintes en el pelo y demás artificios sólo para gustar al varón y encima se creen muy liberadas por no tener hijos.
Qué cosa más absurda....
Ah, y que quede claro que no he dicho nada de casarse... Ya lo dijo la Pasionaria ¡HIJOS SÍ, MARIDO NO!