miércoles, 29 de octubre de 2008

En falso

Quien, como yo, haya estudiado idiomas estará familiarizado con el fenómeno de los "falsos amigos", esas palabras que suenan casi igual que en nuestro idioma pero significan algo completamente distinto. Son peligrosas, una trampa para extranjeros.

Actually en inglés, no significa actualmente (que se dice nowadays) sino en realidad. El italiano salire no tiene nada que ver con nuestro salir (que se dice uscire) sino que quiere decir subir. Si en ruso decimos de alguien que es simpatichni (симпатичный), no le estamos llamando simpático, sino guapo. Y éstos son sólo unos pocos ejemplos.

Si uno de estos falsos amigos consigue engañarnos se desencadena toda una serie de malentendidos . Yo lo experimenté cuando al poco de estar en Rusia le organicé una cita a una amiga con un chico muy simpatichni y ella se llevó el chasco de su vida cuando se encontró con un tío muy majo pero más feo que picio. "Este chico no es simpatichni" me reprochó, yo le dije que sí lo era, que sólo tenía que charlar un rato con él para comprobarlo. Ella no comprendía cómo una conversación iba a obrar el milagro de volverlo guapo. Después de un absurdo diálogo descubrí el verdadero significado de la palabrita de marras.

En la vida, al igual que en los idiomas, también hay falsos amigos, falsas señales, que tomamos por indicadores de algo bueno cuando en realidad son encubridores de algo malo.

Ser ordenado parece algo bueno, pero cuidado, algunas personas mantienen un estricto orden material para ocultar un profundo desorden emocional.

Hacer deporte es saludable, pero cuidado, algunas personas no buscan mantenerse sanas sino alimentar su narcisismo con un exterior hermoso.

Ser vegetariano podría indicar un gran amor y respeto por los animales pero cuidado, hay quien se hace vegetariano para no engordar.

Colaborar con causas humanitarias puede parecer muy altruista, pero cuidado, hay quien colabora para desgravar impuestos.

Un halago es un gesto amable, pero cuidado,hay quien halaga a alguien para ofender a un tercero que está escuchando.

La sinceridad es una gran virtud, pero cuidado, hay quien confunde sinceridad con crueldad.
Algunas personas parecen fuertes cuando en realidad son indiferentes.

Cuántos hacen el bien sólo porque no se atreven a hacer el mal...


jueves, 23 de octubre de 2008

Gracias

Es curioso, con lo que nos gusta importar toda la mierda que cagan los yankis, que aún no hayamos copiado esa bonita tradición del día de Acción de Gracias.
Aquí ya no vienen los Reyes Magos, cuando acabamos la carrera nos graduamos vestidos de gilipollas, nos envenenamos con su fast food, nos vestimos como ellos, el día de Todos los Santos, en vez de ir a ver Don Juan Tenorio y comer buñuelos, nos vestimos de payaso y los niños pijos se van a tirar huevos a los coches y a pedir golosinas por ahí...
Pero seguimos sin celebrar el día de Acción de Gracias, y eso a mí, que soy de la oposición (como Fraga) sí que me gustaría.
Independientemente de las razones primigenias de esta fiesta, me parece bonito dedicar un día al año, aunque sólo sea un día, a sentirse agradecido y a recordar todo lo cual debemos agradecer. En este mundo en que cada causa tiene su día, ¿qué mejor causa que la de no olvidar la suerte que tenemos?
Yo, a pesar de ser mal encarada y protestona como buena madrileña, doy las gracias muchas veces cada día.

Veo a mi hijo, tan sanito, tan bonito, durmiendo a mi lado, cuando hay tantos niños enfermos y pienso "Gracias".

Doy un bocado a algo rico, que, además de saciar mi hambre, se derrama sobre mis papilas gustativas proporcionándome un placer sin igual y pienso "Gracias".

Abro el grifo cada vez que se me antoja y sale agua fresca, clara, riquísima, potable, sin haber tenido que caminar kilómetros para conseguirla y pienso "Gracias".

Estoy viendo cualquier serie chorra acurrucada en el sofá bajo la mantita de ganchillo que hizo mi madre, il dolce far niente inunda mi cuerpo de endorfinas y pienso "Gracias".

Recuerdo que el destino me hizo llorar quitándome algunas cosas que creía querer, y, cuando pienso en lo que sería ahora mi vida si no me las hubiera quitado, pienso aliviada "Gracias".

Mis ojos se cruzan con los de un bombón por la calle y me sonríe, y pienso "Gracias".

Alguno de mis amigos me dice una tontería y nos reímos hasta llorar y pienso "Gracias".

Cansada, al final del día, me refugio en mi cama, calentita, con un buen libro que me transporta a mundos maravillosos, en la cama de al lado duerme mi ángel, yo sigo viva, mi cuerpo se duerme lentamente y murmuro "Gracias".

No sé si a Dios, no sé si al Destino, no sé si al Azar, no sé si a la Suerte.

Sólo sé que por unos momentos me doy cuenta de que soy rica.

Y digo "Gracias".





martes, 21 de octubre de 2008

¡Y también dos huevos duros!

Desde que mi última jefa tuvo el amable detalle de despedirme cuando le pedí que no me llamase gilipollas, estoy en el paro. Debe ser cierto lo de la crisis, porque yo siempre he encontrado trabajo rápido gracias a que soy poliidiota (como decía mi amigo Darío), es decir, puedo hacer el imbécil en varios idiomas, pero esta vez me está costando.
Todos los días tengo una matutina sesión de portales de empleo en Internet, con su correspondiente hervido de sangre en las venas ante la contemplación de la jeta de hormigón armado que se gasta el empresario español.
Este elemento, del que no comprendo que no se haya hecho aún un documental de National Geographic, siempre se ha caracterizado por su avaricia sin límites y ruindad sin parangón, pero ahora, escudados en la crisis, están alcanzando cotas de negrero sudista de antes de la guerra (la civil de los estados juntitos, of course).
Están desaforados, en una orgía de sangre y frenesí, y piden, piden, piden... me recuerdan a la genial escena del camarote de los hermanos Marx, cuando llega el camarero y empiezan a encargarle comida: Groucho pide una cosa detrás de otra y, cuando parece que ya ha terminado de pedir, surge la voz de Chicco por detrás "¡Y también dos huevos duros!".
Las ofertas de empleo actuales son un camarote de los hermanos Marx, no sólo por la masificación, sino por los requisitos, tienes la impresión de que al final de la oferta alguien te va a gritar el famoso "¡Y también dos huevos duros!".
Dos o tres idiomas, nivel bilingüe por supuesto (como si el nivel bilingüe se pudiese comprar en el Rastro), contabilidad, licenciatura universitaria, excelente presencia, dotes comerciales, 25 años de experiencia, haber residido en el extranjero, nivel avanzado de informática... y luego todas estas cositas que se han sacado de la manga: persona proactiva (traducción = mientras haces las tropecientas mil cosas que te he mandado te pones una escoba en el culo y vas barriendo la oficina), tolerancia al estrés (traducción= soy un hijo de puta y tú te tienes que aguantar mis insultos y malos modos), flexibilidad horaria (traducción = te irás de aquí cuando a mí me salga de los huevos, no tendrás vida privada y las horas extras ya te serán compensadas en el cielo, porque lo que es yo te voy a pagar el centro de un donut), te dan ganas de preguntar: Oiga, ¿el anal intruder lo pone la empresa o lo tengo que traer yo?
Claro que estos cómicos son profesionales, porque el verdadero clímax del chiste llega cuando te hablan del salario, mejor ni lo menciono, que no quiero que tengáis pesadillas...
Y te vas de allí diciendo: "o sea, que voy a ganar menos de lo que ganaba poniendo copas para pagarme la carrera... ¡y eso que hace ocho años! No me salen las cuentas, normal, siempre fui de letras.
Menos mal que siempre tenemos al Estado para velar por nosotros, dicen los banqueros, porque a los curritos de a pie lo que nos queda es el mencionado anal intruder.

jueves, 16 de octubre de 2008

Personas tóxicas

Decía mi abuela, y tenía razón, que todos los refranes trabajan. Pero a estas leyes que son los refranes siempre se les puede añadir un corolario. "Dos no pelean si uno no quiere", dice el refrán, "pero aunque uno no quiera el otro le puede joder la vida", debería decir el corolario.

No hace mucho vi un documental sobre Chernobil (Чернобил) que me dejó profundamente impresionada.
Contaba la viuda de uno de los bomberos que habían acudido en primera instancia en qué estado había quedado su marido. Ella estaba embarazada de ocho meses y corrió al hospital en cuanto la avisaron de que allí se encontraba su esposo. Se encontró una masa de carne quemada presa de unos dolores insoportables. El médico le dijo: "Váyase, lo que está en esa cama ya no es su marido, es una fuente de contaminación radiactiva que la matará a usted y a su bebé".

Pero ella no podía verlo así, ella veía a su marido y se quedó junto a él durante el día escaso que aguantó vivo.
Un mes después nació una niña que sólo vivió cuatro horas. Su pequeño hígado tenía una concentración de plutonio bastante para matar a una manada de elefantes.
El médico tenía razón: la madre no sólo no había podido ayudar a su marido, sino que había provocado la muerte de su hija.

Aunque todas las historias contadas en el documental eran escalofriantes, ésta me impactó especialmente, ya que materializó una reflexión que hace tiempo que me ronda: la de las personas tóxicas. Personas que están contaminadas irremisiblemente y con las que sólo nos queda un plan de acción: huir.

Estas personas no son necesariamente malas, pero están heridas de muerte por un dardo emponzoñado, como los dragones de las novelas de caballerías, y causan la muerte de cualquiera que permanece junto a ellas.

Estas personas aparecen a veces en nuestras vidas, en muy diversas formas (un jefe, una pareja, un amigo, un familiar) y tienen algo que las hace doblemente peligrosas, son atractivas. Poseen la atracción del desafío. Juegan con el mayor talón de Aquiles del ser humano: la prepotencia. Aunque otras víctimas nos avisen mientras huyen despavoridas, siempre pensamos que quizá ése que huye se ha equivocado en algo, y que nosotros sabremos lidiar con la situación. Esa es la explicación de que Alessandro Lequio siga encontrando pareja, por ejemplo.

Al final, con estas personas, después de haber probado todas las estrategias habidas y por haber, sólo quedan dos opciones: huir o morir con el hígado contaminado. No hay más.

En ciertos cuentos los protagonistas nunca llegan a comer perdices. Cuando el príncipe o la princesa son tóxicos, las perdices se sirven con mayonesa con salmonela.

Yo hace mucho tiempo que lo comprendí. Si te quieres hundir, húndete tú sólo, pero no te agarres a mi cuello para que nos hundamos los dos.

Sólo hay un pequeño problema: ¿Qué pasa cuando la persona tóxica eres tú mismo?

martes, 14 de octubre de 2008

Haber nacido macho

Como se dice el pecado pero no el pecador, no diré de quién era la boca de la que salió esta frase, aunque muchos ya lo sabéis.
Allá por los años cuarenta, cuando para muchos en España se vivía mejor, cierta mujer estaba en su casa limpiando y cuidando a sus tres hijos pequeños cuando llegó su marido después de todo el día fuera.
El hombre se lavó, se puso como un pincel (con la ropa que había lavado y planchado su esposa, por supuesto) y se disponía a marcharse al café cuando ella le dijo: "¿Ya te vas otra vez?". Él, que no era casi chulo, se volvió con todo el cuerpo y contestó: "¿Pues no lo ves?" y ella, con gesto cansado, se aventuró a quejarse: "Yo siempre aquí sola con los niños y tú divirtiéndote". Entonces él, sin mirar atrás abrió la puerta y, antes de salir, dijo la frase, la puta frase, la frase maldita que ella había de recordar y transmitir a sus hijas y a las hijas de sus hijas: "Haber nacido macho".
Éste es nuestro estigma, amigas. Por mucho que digan que los tiempos han cambiado siempre llevamos las de perder, siempre acabamos escuchando un "haber nacido macho". Disfrazado, eso sí, pero el mismo al fin y al cabo.
Y éste no es el único "haber nacido..." que se tiene que escuchar, por desgracia.
Tienes que humillarte por una miseria, haber nacido rico.
No hay ropa para ti, haber nacido flaco.
No ligas, haber nacido guapo.
Tienes que meterte en un cayuco para venir aquí a que te exploten y te desprecien, haber nacido primermundista...
Haber nacido macho, haber nacido blanco, haber nacido heterosexual, haber nacido en Europa, haber nacido alto, haber nacido hijo legítimo, haber nacido Paris Hilton...
Haber nacido en el lado bueno del mundo, si no lo has hecho nadie tiene la culpa más que tú.
Pero, como a mí no me gusta dejar títere con cabeza, vamos a darle la vuelta.
No tienes vida más allá de ganar dinero, no te respetas ni a ti mismo, no tienes empatía, no pierdes porque no arriesgas, nunca vivirás la vida como yo...
Haber nacido libre, haber nacido persona, haber nacido bohemio, haber nacido loco, haber nacido bueno, haber nacido sensual, haber nacido desnudo, haber nacido honesto, haber nacido perdedor...
¿No tienes cojones para llevarte la vida puesta? ¿Nunca te has emborrachado ni de vino ni de besos?
Jódete, haber nacido como yo.

domingo, 12 de octubre de 2008

La belleza


Los que me leen con regularidad ya saben que una de las tonterías que me gusta hacer son las listas. Ya he clasificado a los listos, a los comemierdas y a los malos. Hoy le toca el turno a los guapos. Porque no pensaríais que la cosa es tan simple como guapos y feos, no hijos míos, la cosa tiene mucha más enjundia. Sí que es cierto que existe la belleza absoluta, y quien no me crea que mire la foto. Es una escultura de Antonio Canova, "Il bacio d'Amore", ante la cual yo pasé dos horas de reloj en el Hermitage, incapaz de dejar de mirarla. No podía creer que hubiese algo tan hermoso, tan suave, tan perfecto, tan rotundo. Esto es lo máximo y detrás viene todo lo demás que, como todo en esta vida, va en grados, en secciones y en subsecciones. Seguro que no habíais reparado en ello, al fin y al cabo vosotros sois tiernos corderillos, menos mal que me tenéis a mí para ilustraros. Vamos allá:



1. Guapo. Pues ya está, su propio nombre lo dice, cuando alguien los describe dice "es guapo" y nadie lo discute, no hay subjetividad posible. Por ejemplo Paul Newman o Ava Gadner.
2. Guapete. Éste te cae bien y eso te hace verlo más guapo de lo que es. Tu objetividad te impide llamarle guapo directamente, porque tampoco lo es, así que le colocas el guapete, que es una mezcla entre guapo y majete, y a correr. Si queréis ver a uno poned el Pasapalabra y os encontraréis con Christian Gálvez. Ah, y sólo puede ser chico, quizá la chica equivalente sería mona, algo así como María Adánez.
3. Guapín. Éste tiene unas facciones correctas, los ojos claros (esto es imprescindible) y es ñoño a más no poder, vamos, que tiene menos sex-appeal que un percebe. Zapatero, sin ir más lejos. Ejemplo de guapina: su mujer, coño, si son iguales.
4. Guapetón. Éste tiene que ser moreno, eso es indiscutible, y gordo (o, como se dice de los guapetones, fuerte). Sus facciones son, además de correctas, exuberantes, ojos enormes, labios carnosos, cutis de porcelana. Y las mejillas, las mejillas tienen que ser inmarcesibles e infinitas, mejillas apropiadas para plantar en ellas unos besos sonoros, besos de abuela. Aquí los reyes del mambo son Falete y María del Monte (si es que no son el mismo, que yo tengo mis dudas).
5.Guapito. Suele ir seguido de la coletilla "de cara" y dicho con cierto retintín. Porque el guapito te cae mal, encima es un listillo, encima te cae mal (pero esto ya lo había dicho ¿no?), pero es que es lo más importante: te fastidia que sea guapo porque piensa que esa circunstancia le da derecho a todo. Aquí seguramente podríamos incluir a Inma del Moral y a su exnovio Pedro Ruíz (¿Cómo? ¿Qué éste no es guapo?, huy perdón, se me ha traspapelado un dato del post de clases de simios guapos...)
6.Guaperas. Condición exclusivamente masculina. Éste es guapo, ejerce de ello, lo sabe y lo disfruta. Es el típico que gusta y además cae bien. Y no hay guaperas más guaperas que él: Dios Clooney.
7.Guaperillas. Es un paso previo al guaperas, bien sea por juventud o porque sus capacidades no le permiten llegar a guaperas. Si quieren ver uno, ahí tienen a Alejo Sauras.
8.Bello. Para ser bello es imprescindible ser negro, y esto no es racismo, es un hecho objetivo. Tienen tal perfección, armonía, elegancia de espíritu y exquisitos modales que parecen todos príncipes. Y si no me creen, miren a cualquier topmantero, o miren esto.
9.Autoguapo. Suele darse con más frecuencia entre las féminas. Es fea y además tiene mal tipo, pero en su casa le han dicho siempre que es una belleza, y ella se lo ha creído. Se auto incluye entre los agraciados con una convicción y naturalidad tal, que nadie se atreve a contradecirla en voz alta (aunque todos piensan que es un callo malayo). De esta categoría no voy a poner ningún ejemplo porque todos tenemos algún ejemplar entre nuestros conocidos. ¿A que ya estás pensando en alguien concreto?
10.Guapo por cojones. Nació feo pero no se resigna, a base de ir a la última moda, operaciones estéticas, estilimos y demás soplapolladas ahí está, entre la beautiful people (expresión absurda donde las haya). ¿Ejemplos? Guti y señora, Terelu Campos, Belén Arriba la Esteban, Victoria Escuerzo Beckham... y el máximo representante: nuestro nunca bien ponderado M.A.M.

Y por si se están preguntando si la autora se incluye en alguna categoría... pues los que me conocen no necesitan ninguna respuesta, ya saben que estoy buenísima (según me dijeron el otro día, "literalmente")

martes, 7 de octubre de 2008

Desvivir


La vida no es sólo vivir, también es desvivir. El prefijo des- es el más productivo, no sólo de la lengua española, sino de todas (en inglés un-; en ruso раз-). Qué maravilloso prefijo, a todo es aplicable.
Para hacer algo, primero hay que deshacerlo. Realmente no hacemos otra cosa en nuestras tristes vidas, hacemos y deshacemos. Como la familia Buendía.
Hacemos la cama por la mañana y la deshacemos por la noche. Ordenamos las cosas para luego ir desordenándolas poco a poco. Decimos y luego nos desdecimos, o nos desdecimos para luego poder decir otra cosa. Los comandos se articulan para luego ser desarticulados, y una vez desarticulados se vuelven a articular.
Prendemos las cosas para desprendernos de ellas. Nos deshidratamos y nos volvemos a hidratar, al igual que nos desnutrimos para volvernos a nutrir.
Damos pistas a los demás sobre nosotros y en el momento menos pensado los despistamos.
Esperamos que ocurra algo y nos desesperamos cuando no ocurre. O cuando ocurre (ten cuidado con lo que deseas, que se puede cumplir)
A todo encanto lo sigue el desencanto.
A toda gana la sigue la desgana.
A todo amor, el desamor.
Tejemos redes que nos atan a base de desatar pasiones que luego debemos destejer.
Engañamos para enamorar y luego debemos desengañar al enamorado para liberarle de su desdicha.
Así podría seguir hasta el infinito, pero hay un des- que me interesa especialmente, el desenamorarse. Quizá una de las sensaciones más desagradables que se pueden experimentar.
Es como estar agustito en la ducha y que te corten el agua caliente, como encontrar un pelo en el plato que estás comiendo con deleite. Como estar soñando que puedes volar y despertar.
Yo acabo de desenamorarme. De repente sus besos ya no me borran el mundo, de repente ya no veo al padre de mis hijos cuando lo miro, y lo que siento en el estómago cuando lo veo es pura y simple hambre.
Sólo me queda un consuelo: si acabo de desenamorarme significa que pronto me volveré a enamorar.

sábado, 4 de octubre de 2008

Tíralo todo


Tíralo todo.
Tira los apuntes de la universidad, tira los zapatos que ya no te pones,
tira los pensamientos tristes.
Tíralo todo.
Tira la colección de cromos de tu infancia, tira las nóminas del 95,
tira ese limón pocho de la nevera.
Tíralo todo.
Tira las ansias de venganza, tira el "estoy como una foca" de antes de la ducha,
tira los programas del corazón.
Tíralo todo.
Tira las revistas porno de la adolescencia, tira esa camiseta que ya no te cabe,
tira millas.
Tíralo todo.
Tira el cartón del papel higiénico cuando se acaba, tira los recuerdos que te duelen,
tira del carro.
Tíralo todo.
Tira los envases al amarillo, tira las ganas de morirte,
tira de la manta que el quinto se levanta.
Tíralo todo.
Tira los libros que no relees, tira las cartas que no reescribes,
tira para adelante.
Tíralo todo.
Tira el pudor antes de entrar en el dormitorio,
tírate al vecino de arriba,
tira el temor al "qué dirán".
Tíralo todo.
Tira la mediocridad, tira la rutina,
tira y afloja.
Tíralo todo.