sábado, 27 de junio de 2009

Morir



La muerte de Michael Jackson me ha devuelto un pensamiento recurrente: todos mueren. Vemos morir a personas anónimas que no son más que cifras (atentados, terremotos, pandemias, estadísticas de tráfico, violencia de género...). Vemos morir a personas cercanas cuya muerte es "lógica" (bueno, el abuelo ya era mayor, con ochenta años...). A veces vemos morir a personas que no deberían morir, personas jóvenes, en la flor de la vida, cuya muerte es un mazazo inesperado.
Pero ninguna de esas muertes nos hace cuestionarnos nuestro propio final. Las personas anónimas no son personas. Las muertes lógicas son eso, lógicas, no nos podemos identificar con ellas. Las horribles muertes inesperadas y trágicas son golpes de mala suerte que sólo le pasan a los demás...
Sin embargo muere Michael Jackson y todo se tambalea. Michael no era real, no era una persona como nosotros, era un semidiós. Era un personaje de ficción. Siempre ha estado ahí. Y también ha muerto. Si ni siquiera un semidiós escapa de la Parca resalta con letras de neón la inexorabilidad de la muerte: todos tenemos que morir.
Desde pequeña he pensado y convivido con la muerte. Por las noches, en mi cama, me abstraía pensando cómo sería morir, qué había antes de nacer, por qué existimos... Muchas veces imagino cómo será estar muerto, dentro del ataúd, dentro del nicho, o cómo se quema mi cuerpo en el crematorio, cómo me descompongo, a dónde va mi conciencia... Muchas veces sueño que estoy a punto de morir, el terror de enfrentarme a lo desconocido se enmaraña en mi estómago y entonces me doy cuenta de que estoy soñando, hago un esfuerzo y despierto. Y me quedo aliviada por haberme librado por esta vez, pero con la certeza de que ese momento llegará...
Antes creía que todo el mundo pensaba estas cosas, pero con el paso de los años he ido comprobando que no es así. Buda dijo que este mundo sería mucho mejor si todas las personas fueran realmente conscientes de que algún día morirán. Estoy totalmente de acuerdo.
Yo, con la madurez, he aprendido a controlar esos pensamientos angustiosos pero a veces me sigo abandonando a ellos (no en vano soy maniaco depresiva) y puedo confirmar que ayudan a relativizar.
Mi augusta siempre me cuenta una anécdota referente a Antonio el bailarín. Parece ser que este señor era un poco así como tirando a hijo de puta y se dedicó durante muchos meses a hacerle la vida imposible a dos bailarines de su compañía porque estaba enamorado de uno de ellos y no lo podía conseguir. Cuentan que uno de ellos, cuando se marchaba para siempre de la compañía, sólo le pidió al representante que le transmitiese un mensaje al jefe: "Dile a Antonio que él también se va a morir".
Y así fue. Por eso, cada vez que veo a personas sucias, que torturan a sus semejantes, lo único que puedo pensar es eso:
"Tú también te vas a morir, te meterán en el nicho y sellarán con la silicona, y te descompondrás. Igual que yo. La diferencia está en que tú, en la maleta, sólo llevarás mierda"


martes, 23 de junio de 2009

Desórdenes temporales



Mi deseo no puede nunca ser satisfecho. No me interesa tu presente, no me interesa tu futuro. Lo que yo quisiera conquistar es tu pasado.
No hay solución puesto que esto no es una novela. Si lo fuera yo podría utilizar una analepsis y saltar atrás en el tiempo. Me integraría en tu pasado. Robaría tus recuerdos. Monopolizaría tu nostalgia.
Quizá podría, así, librarme de este nudo de angustia que me atenaza cada vez que te veo ensimismado, la mirada perdida hacia la derecha (señal de que estás recordando y no imaginando), una media sonrisa melancólica, y sé que yo no estoy entonces en tu mente.
Somos nuestros recuerdos. Si yo no estoy en tus recuerdos no existo para ti.
Sé que algún día estaré en tus recuerdos, cuando sea otra la que sufra la angustia de no poder conquistar tu pasado.
Cuando mi mirada se quede perdida hacia la derecha y en mi mente sólo existas tú...
Ese es mi único consuelo.
Quisiera deshacerte para hacerte de nuevo a imagen y semejanza del que ahora amo.
Quisiera haberte conocido cuando no te conocía.
Quisiera viajar en el tiempo y verte antes de ser lo que eres.
Ya he dicho que mi deseo no puede ser satisfecho.


lunes, 8 de junio de 2009

¿Egocéntrica yo?




¿Sabéis lo que es un egocéntrico? Alguien que prefiere hablar de sí mismo antes que de mí.


Hoy quiero ser (aun más) egocéntrica y decirme a mí misma "Felicidades". Olé la madre que te parió. Olé tu tío que se iba a la calle en calzoncillos de los mismos nervios. Olé tu padre que te conoció con quince días y dijo "me has traído un gato vestido de gitana". Olé tu hermano que si tuvo celos los disimuló (diplomático siempre fue el jodío). Olé tu tía abuela que vaticinó (y se equivocó) que serías una miss de puro guapa que naciste. Olé tu tía que te pasó en los genes la mala leche.
Olé todas las personas que te han querido durante estos treinta y cuatro años....

Y el que no te haya querido, peor para él.




jueves, 4 de junio de 2009

Un segundo



A veces cosas que han permanecido invariables durante años cambian en un sólo segundo. Es una ráfaga que lo barre todo. La gota que colma el vaso.
En un segundo nos damos cuenta de que estamos enamorados y en un segundo, también, dejamos de querer.
En un sólo segundo las cosas se transforman y lo hacen de manera irreversible.
Un segundo, lo que se tarda en darse cuenta de que no se debería haber dicho lo que se ha dicho.
Un segundo, lo necesario para que algo en el cerebro salte y nos percatemos de que ya nada volverá a ser igual.
Un segundo, el encuentro del espermatozoide y el óvulo.
Un segundo, nuestro último aliento.
Podemos querer a alguien durante mucho tiempo y en un sólo segundo dejarle de querer. Es ese segundo decisivo en el que, después de haber soportado todo lo soportable e insoportable, todo se viene abajo. El segundo en el que uno piensa "Se acabó".
Y el amor desaparece, todo el amor, se esfuma.
Y eso, ya, es irrevocable.