sábado, 28 de agosto de 2010

El chico sensible

Llevo mucho tiempo queriendo escribir este post y ya no puedo posponerlo (o postponerlo, que diría un jocoso) más. Me lo debo a mí misma, se lo debo a las mujeres, se lo debo a todos los chicos sensibles que he tenido la perra suerte de encontrar... se lo debo a la humanidad, qué demonios... Cuando uno tiene una información privilegiada debe compartirla. Es de ley.
Quiero que este sea un gran post. La madre de todos los post. Un post a la altura de algunos de mis más antológicos posts... Y toda gran obra, eso no lo ignora nadie, debe comenzarse citando a un sabio. Citemos pues, al sabio entre los sabios, que no es otro, como ya imaginaréis, que el conocido y querido Prognato:
"Fíate del hombre que te dice que te quiere tocar las tetas, pues lo que quiere es tocártelas. El hombre que dice estar interesado en tu alma quiere tocártelas a ti... y a tu hermana"

Sí señores, así es. En estas sabias palabras se encierra toda la verdad sobre ese personaje aparentemente inofensivo, pero que debería darnos mucho, pero que mucho miedito: El chico sensible.
Tras leer este post está será tu reacción, ¡oh querida amiga!, ante la aparición de uno de ellos. Ya verás como no es para menos.
Espera, espera que te cuente e irás notando cómo se te ponen los pelos como escarpias de puro terror.

El chico sensible es la peor pesadilla a la que se puede enfrentar una mujer (incluso peor que ser examinada útero-vaginalmente por su suegro).
Las madres deberían asustar a sus hijas desde niñas, no con ogros o brujas, sino con el chico sensible. Aunque, ahora que lo pienso, tal vez fuera demasiado cruel.
El chico sensible es un cabrón con pintas que, por su físico mariconoide, no puede ser un macho alfa, que es lo que de verdad le gustaría a él. La gran pregunta es si el chico sensible nace o se hace. Y yo digo con rotundidad que nace. Un buen día, el chico sensible se mira al espejo y lo que éste le devuelve no es demasiado esperanzador. Debe ser sincero consigo mismo y aceptarlo: si no diseña cuidadosamente un plan de acción no se comerá ni el centro de un donut. Piensa rápido y enumera sus posibilidades: como ya hemos dicho no está bueno (pero tampoco es lo suficientemente feo como para desistir del todo), no es gracioso, no sabe tocar la guitarra.... y lo que él quiere no es llevar una vida sentimental normal, esto es, conocer gente, enamorarse, salir, dejar, que le dejen a uno.... en fin, lo que hacemos la mayoría. Él quiere ser como su amigo X (llamémosle Romualdo, por ejemplo), porque su amigo Romualdo es un macho alfa, que está que cruje de bueno y siempre simultanea tres o cuatro jacas de las de calidad. Eso sí, los Romualdos no engañan, que conste. Las tres o cuatro jacas tienen claro que no son la novia de Romualdo y, generalmente, también ellas están simultaneando tres o cuatro Romualdos.
Todo chico sensible tiene un Romualdo en su vida (de hecho lo suele conocer desde pequeño y representa un papel decisivo en su evolución) y experimenta hacia él una serie de sentimientos encontrados: admiración profunda, envidia cochina, desprecio y amor incondicional.
El chico sensible quiere ser como Romualdo, quiere las mismas cosas que lleva viendo conseguir sin esfuerzo a Romualdo desde pequeño. Quiere que todas las niñas de la clase estén por él y le hagan los deberes. Quiere que cuando van a una discoteca y conocen a un grupo de chicas todas intenten captar su atención, quiere que los tríos, y los polvos de baño de discoteca sean para él algo más que fantasías inalcanzables. Pero él nunca ha tenido ninguna de esas cosas y sabe que nunca le vendrán de forma natural, como le pasa a su amigo. No, él tiene que currárselo...
Es así como se convierte en el chico sensible, se da cuenta de que él no puede atacar como un león, debe ser como un virus, entrar poco a poco por la puerta de servicio e infectar a la presa para hacerse con ella. Descubre que tiene que leer, escuchar, poner ojitos de cordero degollado, aprender a mantener un silencio distante que revele un alma torturada.... vamos, que tiene que transformarse en el gilipollas de Crepúsculo.
Otra cosa en la que difieren el chico sensible y Romualdo es en que el chico sensible SÍ engaña. Cada jaca de categoría que está con el chico sensible está convencida de que éste la ama (además, la ama por su psique no por sus cuartos traseros) y de que ella es la única para él. Y es que el chico sensible no puede soportar la idea de que ninguna de las cuatro o cinco jacas que simultanea esté en igualdad de condiciones y tenga historias por ahí, de modo que les exige fidelidad haciéndoles creer que él les dará lo mismo.
Pero no seáis mal pensados, por favor, que os conozco. Seguro que opináis que este tío es un jeta y un salido, pero nada más lejos de la realidad. Lo suyo es amor, él ama, él está interesado en el alma de la mujer.... él es sensible ,coño, por eso siempre le hacen daño: por lo sensible que es. Es tan sensible que no puede evitar enamorarse y acostarse con toda mujer que conoce, pero es que se enamora y, claro, hace el amor con ella (porque el chico sensible siempre hace el amor, follar es de guarros sin sentimientos). Es tan sensible que en su despedida de soltero se lía con la stripper, pero, insisto, es que se enamora de ella, ¿eh?, no vayáis a creer que es un listo...
¡Ay, el chico sensible! Pobre... le han hecho tanto daño... Mira, otra cosa característica del chico sensible: sus ex son todas unas víboras que han pisoteado su sensible corazón. Claro, él abrió los flancos y así le pasó: abusaron de su bondad.
Estas son las cosas que te contará a ti cuando quiera envergarte, claro, la versión que te darían las ex (víctimas) de este individuo sería bien distinta.
Así que, queridas amigas, la próxima vez que veáis en un chico alguno de estos detalles:
- Recita poesías de Mario Benedetti.
- Dice cosas como "yo no follo, hago el amor" o le llama pene a la polla y dice "tu sexo" en vez de "tu coño".
-Llora con una película o escuchando un bolero.
-Te dice que tiene miedo a entregarse y sufrir.
-Asegura no haberse fijado en las megatetas de ese monumento que acaba de pasar.
Repito, si encontráis un personaje con alguna de estas características tomad el primer avión que salga con destino Wellington (Nueva Zelanda) sin mirar atrás.
Yo, por mi parte, ya sólo hablo con tíos que me digan cosas como "te voy a meter de todo menos miedo".
Porque sé que de esos sí que me puedo fiar.

sábado, 14 de agosto de 2010

Dinero



Hace años vi en el programa de la insufrible AR una entrevista (de los miles de millones que se han hecho) a una prostituta de lujo. A pesar de llevar pelucón y gafas para ocultar su identidad, se veía perfectamente que la moza estaba de muy buen ver y que todavía era potrilla: veinte años tendría a lo sumo la criaturita, pero ya tenía las cosas muy claras.


La insufrible AR, haciendo un alarde de su indiscutible buen hacer periodístico, le preguntó si no lo pasaba mal cuando requería sus servicios algún hombre muy mayor o poco agraciado, a lo cual ella, con una frialdad que ponía los pelos de punta, respondió: "No, yo sólo veo dinero".
Como he dicho, hace años de eso, pero yo lo recuerdo nítidamente. Me impresionó de tal forma que no he podido olvidarlo. Fue entonces cuando se concretó ante mí una idea que llevaba tiempo gestándose en mi cabeza: Quien quiere dinero sólo ve dinero.

El genial genialísimo (tanto que ni me acuerdo de que es argentino) Federico Lupi lo dice muy ingeniosamente en la película "Éxtasis": "En esta vida hay dos clases de personas, dos nada más: los que quieren dinero y los que no saben lo que quieren".

Mira que he conocido personas en mi vida... pues todas entraban en uno de esos dos grupos.

Los que no sabemos lo que queremos pensamos que también queremos dinero, pero eso no es así. Lo que ocurre es que cuando pensamos en las cosas que nos gustaría hacer o tener nos damos cuenta de que, en la mayoría de los casos, se consiguen o mejoran con dinero. Nos imaginamos, por ejemplo, una bonita casa (cuesta dinero), viajar y ver mundo (cuesta dinero), tener tiempo libre y no tener que trabajar (cuesta dinero), y un largo etcétera...

Los que quieren dinero quieren el dinero en sí mismo. Son como el tío Gilito, quieren tenerlo almacenado, disfrutan con la idea abstracta de su dinero amontonándose de forma obscena, cada céntimo ganado o ahorrado trae consigo una satisfacción, pero también el prúrito de ahorrar o ganar un céntimo más.

Los que no sabemos lo que queremos no renunciaríamos a ciertas cosas por dinero, ya que precisamente queremos el dinero para poder tener esas cosas.

Los que quieren dinero, como aquella bellísima y joven prostituta, sólo ven dinero.

Recientemente ando en tratos con uno de estos Gilitos de la vida. Por fuera está muy lejos de parecerse a aquella prostituta, no es joven ni, desde luego, guapo (es más, jamás lo fue, por eso me juego el cuello), y no es prostituta, o al menos eso se cree él. Es un señor respetable (para quien lo respete, claro, que no es mi caso), casado, padre, católicoapostólicoyromano. Pero cada vez que lo miro, que le veo pagar sueldos miserables sin inmutarse por el hecho de que sus empleados no lleguen a fin de mes, dolerse de cada céntimo que gasta, veo en él a aquella chica que afirmaba en el programa de AR "yo sólo veo dinero".

Eso sí, con dos agravantes: Éste ofende a la vista de puro feo y no sabe que, en el fondo, no es más que una puta.