miércoles, 24 de marzo de 2010

Enviado desde mi BlackBerry


Mi nuevo jefe me ha dado una BlackBerry. No os dejéis impresionar tan fácilmente. que ese error ya lo cometí yo: la BlackBerry es una versión moderna y sofisticada de los clásicos grilletes de toda la vida. Pero también tiene sus ventajas, no lo negaré.

Gracias a mi BlackBerry he descubierto una nueva diversión: adivinar Blutuzes (quien quiera y haya estudiado en Cambridge puede corregirme y decir Bluetooth).

El juego es muy sencillo: uno se pone en un lugar público y concurrido, activa la conexión blutuz de su BlackBerry (quien quiera y haya estudiado en Cambridge puede corregirme y decir Bluetooth) y elige la opción de buscar otros dispositivos.

La mayoría de la gente no se ha molestado en cambiarle el nombre a su teléfono por lo que te encuentras con la marca y el modelo en la mayoría de los casos, pero, gracias al cielo, hay personas realmente creativas (nuevo eufemismo de hortera). Y ahí es donde empieza el juego, que consiste en adivinar cuál de las personas del entorno corresponde a cada dispositivo.

Yo me he encontrado cosas así y juro por lo más sagrado que esto es rigurosamente cierto:


Mr. Proper

Morenito_Guapo

Ono "matopeya"

Martis

Davi el ruso

Cuqui


Llega entonces el momento de echar el ojo en derredor (oh, sí, y yo que creía que me moriría sin poder usar este palabro en un post...) y ponerle jepeto a los apodos.

La putada es que uno nunca puede comprobar si ha acertado o no, al menos sin arriesgarse a llevarse una buena hostia... en el mejor de los casos. Pero el hartón de reír que te pegas es delicioso, os lo aseguro.


Enviado desde mi BlackBerry.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Zombie

Me levanto, me ducho, desayuno, salgo de casa, cojo el autobús, cojo el metro, cojo el autobús, llego al trabajo. En el metro leo, escucho música, la gente me mira, miro a la gente. En el trabajo saludo, sonrío, me río, me enfado, comento, me concentro, voy al baño, tomo café, recojo el correo, hago una presentación para mi jefe. A la hora de la comida salgo, como, comento que está rico o que no está rico, pago, me lavo los dientes, vuelvo a trabajar, hablo de trivialidades, arreglo el mundo, me cago en Aznar, me cago en Zapatero, me cago en Aguirre. Correo, llamada, mensaje, llamada, correo. Broma, ofensa, perdón, qué bueno está ese, por dios qué antipático, tengo sueño, qué bien ya es viernes, qué horror de lunes.
Todo es normal.
Sólo yo sé de este dolor. El dolor sordo y constante. El dolor que no cesa. La paradoja de estar muerta y, sin embargo, no poder dejar de sentir este dolor.

martes, 9 de marzo de 2010

In-conexiones

En la esquina dos malas personas mantienen una conversación trivial.

Laura espera el autobús y ve cómo se baja una persiana en la casa de enfrente, en seguida se imagina una pareja de amantes teniendo un apasionado encuentro vespertino.

Paco baja la persiana y se echa a dormir porque tiene turno de noche y la ciática le está matando.

Santi quiere volver con Laura pero no se lo va a decir.

Laura quiere volver con Santi pero no se lo va a decir.

Santi y Laura no volverán a verse. Su orgullo, eso sí, ha quedado intacto.