lunes, 29 de diciembre de 2008

Defendamos la familia

Estos son Kangu y Rito, son madre e hijo y viven en el Bosque de los Cien Acres. Son muy felices con sus amigos Winnie The Pooh, Tigger, Conejo, Pigglet, Búho, Igor y Topo.
Kangu es una gran mamá, cuida de su hijo y le enseña a ser bueno, comprensivo y cariñoso. Rito es alegre, juega, se divierte y se siente muy querido.

No hay señor Canguro por ningún sitio.

Mi hijo Tristán dice que yo soy Kangu y él es Rito. Supongo que se siente identificado con la situación. Al igual que Rito, él tiene una mamá cariñosa que siempre está a su lado. Lo baña por las noches, le da la cena y muchos muchos mimos.

Tristán es muy feliz: tiene a su mamá, tiene a sus abuelos, tiene a su tío tata, tiene a su tío David que viene una vez a la semana y le canta lo de Patapalo el Pirata Malo, y tiene un "viene papi" una vez al mes, que se lo lleva al zoo y a dormir al hotel, juega con él a los coches y habla de forma diferente que el resto de su familia. Tristán, como ya he dicho, es muy feliz. Se nota porque la felicidad no se puede fingir ni esconder. Y Tristán la irradia por cada poro de su escaso cuerpo. Es muy cariñoso y se ríe constantemente.

A ver ahora quién es el guapo que le explica que lo que él tiene no es una familia, y que en realidad él es un desestructurado, que seguramente saldrá homosexual y habrá que llevarlo al psiquiatra para que lo cure y que es una vergüenza que el gobierno ayude a desharrapados como nosotros, que atacamos y desprestigiamos a la verdadera familia, base de nuestra sociedad.

A ver quién es el guapo que le cuenta a mi hijo que su mami es menos mami porque lo dicen unos tíos vestidos de rojo y con cara de amargados, que, curiosamente, no tienen familia a pesar de lo mucho que la defienden.

A ver quién le convence ahora a mi hijo de que, en vez de la dulce Kangu y el alegre Rito, la verdadera familia es esto:






¡Qué preciosa estampa!






lunes, 22 de diciembre de 2008

No funciono

No funciono. Quien me creó no lo hizo bien. Tengo algún mecanismo escacharrado, ahora estoy totalmente segura.
Ya hablé de mi amígdala y llegué a la conclusión de que es poco conveniente hacerle caso. De modo que decidí seguir los dictados de mi córtex, a ver si así me iban mejor las cosas. Pues sólo he de decir que ha sido peor el remedio que la enfermedad.
Sólo puedo pensar una cosa: no funciono. No me funciona el córtex ni la amígdala, pues estamos apañados. ¿Dónde voy yo así? Poco porvenir me veo.
¿Dónde estará el mecánico que arregle esto? Voy a mirar en las Páginas Amarillas, quizá lo encuentre. Miraré en la A, de angustia, o en la V, de vacío o en la G, de gilipollas (seguramente lo encuentre aquí)
No funciono. Me he reiniciado, me he cambiado la fuente de alimentación, he apagado y encendido el router, me he desinstalado y vuelto a instalar el sistema operativo, he probado con varios antivirus... pero no hay nada que hacer: no funciono.
¿A ver si va a ser cosa del servidor?

domingo, 14 de diciembre de 2008

Calla Memoria

Calla Memoria, dame una noche de tregua. Calla dulce amiga, hoy me dañas. Calla cariño, hazlo sólo por hoy, déjame descansar. No me tortures. No me cuentes las historias que ya no volverán, no me inundes los ojos de lágrimas, afloja el nudo de mi estómago, devuélveme el aire.
Calla preciosa, hoy te pido que no seas tan eficiente. Permíteme no ser. Permíteme ser limpia, vacía, insulsa. Deja que la nada me inunde, deja que mis sentidos mueran, déjame ser estúpida por una noche, calla Memoria, calla dulce amiga, calla cariño, calla preciosa.
Hoy no lo soporto, no soporto el dolor del recuerdo. No me cantes canciones ni pintes imágenes ante mis ojos, no traigas olores que me dejan desnuda y tiritando de emoción. No Memoria mía, hoy no, te lo suplico. Hoy no puedo, hoy me dueles. Calla bonita, sólo esta noche, sólo un ratito...
Recuérdale mi nombre al Olvido, para que me encuentre.
Dale mis señas al Vacío, para que me llene.
Y reza para que hoy se ausente la Ausencia.
Dile a la Esperanza que ya no la espero.
Pero tú, Memoria mía, calla, calla, calla...
Hoy me muero.







miércoles, 10 de diciembre de 2008

Muérete


Muérete, en serio. Te lo digo sin acritud, sin ira, no te deseo ningún mal, pero muérete.


Cuando empecé a desear tu muerte me sentí muy mal. Me parecía que debía ser una persona horrible. Los años pasados en el colegio de monjas pesaban sobre mí: “Eso no se hace”. No se le desea la muerte a nadie.


Luego reflexioné, esto no es un deseo. Es una conclusión. Deberías morirte. Sería mejor para todos. Anda, muérete. Si de todas formas te vas a morir antes o después. Todos moriremos algún día. Sólo te pido que adelantes el acontecimiento. ¿Qué más te da?


Venga, haz algo bueno por una vez en tu vida y muérete. Así no le joderás la vida a nadie más. Es la solución perfecta para todo el daño que causas. De verdad, muérete.

Todos los días mueren buenas personas, personas queridas, personas útiles, personas que alegran la vida a los demás. Sin embargo ahí estás tú, rebosante de vida, con una salud de hierro y muchos años por delante... para seguir dando por culo a gusto.


Eres prescindible, más aún, eres deseablemente eliminable. No sólo no haces nada bueno por nadie (de esos hay muchos y tampoco estorban, hacen bulto), sino que te dedicas a hacer daño. No dejas de maquinar cómo fastidiar y herir a los que te rodean, cómo aprovecharte de ellos, cada vez que apareces en escena todos tiemblan. Cada vez lo veo más claro, muérete.


Muérete, que yo lo vea. Muérete, que te celebren un bonito entierro, con un precioso ataúd, acorde con tu vanidad. Muérete, que todos asistan a tus exequias, que te lloren, que digan lo buenísima persona que eras, que suelten toda la sarta de lugares comunes que corresponde a la ocasión. Todo eso te lo concedo, pero, por favor. Muérete.


Yo te estaría muy agradecida.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Mi primer flechazo


Hoy se cumplen años de dos constituciones ilustres: la constitución española y la constitución como persona humana del señor Prognato, insigne bloguero y hermano de la que suscribe.

De la constitución española no voy a hablar por varias razones: primera, es un coñazo; segunda, no me da la gana; tercera, ya hablan bastante los del PP (cuando les interesa, claro)

Del nacimiento de mi hermano sólo diré que yo, interiormente, lo celebro unos días más tarde. Aunque más que su nacimiento, celebro un acontecimiento decisivo en mi vida: mi primer amor, y es esto lo que hoy quiero contar.

Hace veintisiete años estábamos en casa mi hermano mayor y yo al cuidado de mi abuela. El teléfono sonó, mi abuela mantuvo una breve conversación y nos dio la noticia: habíamos tenido un hermanito. Mi hermano mayor, siempre tan correcto él, empezó a dar saltos de alegría y a festejar junto a mi abuela la buena nueva. Yo, tras seis años y medio siendo la princesa de la casa, aturdida por no saber dónde estaba mi madre, me senté en el borde de la cama y solté la frase lapidaria que me recordarían por el resto de los restos: "A ver si se muere".

Pasaban los días y todos seguían con la fiesta, y yo en mis trece. Con un cabreo de padre y muy señor mío. Dispuesta a ponerle las cosas difíciles al intruso me mantuve peleada con el mundo. Si ése se había pensado que yo iba a permitirle usurpar lo que era legítimamente mío iba fresco.

Una tarde mi tío nos llevó al hospital donde estaba mi madre con el advenedizo. Era el hospital Santa Cristina, lugar donde han visto la luz no pocos madrileños. Obviamente no dejaban pasar a los niños y nos quedamos en la sala de espera.

Mi augusta, mujer de recursos donde las haya y poco proclive a cumplir las normas, no estaba dispuesta a que nos quedásemos sin conocer al bebón, de modo que tomó al infante y lo envolvió en una toalla, y, portándolo como si fuera un hatillo de ropa sucia, bajó a la sala donde esperábamos nosotros. Yo seguía manteniendo el tipo...

Mi madre llegó hasta nosotros y abrió la toalla. Entonces sucedió.

Fue el primer flechazo de mi vida. La cosita más bonita que había visto jamás dormía plácidamente y yo no tuve más remedio que enamorarme hasta las trancas de aquel muñeco. No he vuelto a sentir nada igual hasta veintitrés años más tarde.

¡Cómo disfruté de mi muñeco viviente! Jugaba con él, lo achuchaba, le cambiaba el nombre...

Ahora ha cambiado bastante, es un mileurista con barba y más de metro ochenta. Es un cascarrabias con bastante mala leche. Es un príncipe destronado enamorado de su destronador. Pero a veces, si le pilla bien el día, viene y te hace el mocho y por un instante vuelve a ser aquel bebé con cara de garbanzo...

Pues eso, felicidades Prognato, y gracias por no hacerme caso y no morirte.


Atentamente, su Joromón

lunes, 24 de noviembre de 2008

Tu corazón

Hoy me apetece escribirte esta carta. Muchos la encontrarán cursi o sensiblera, a otros seguramente les ofenderá. Pero yo necesito escribirla.
Te quiero mucho hijo mío. Me das malos momentos y me dificultas muchas cosas, pero es una maravilla tenerte. Eres un cachondo mental, me río mucho contigo. Tus besos me bastan, me sobran, me desbordan. No necesito a nadie más.
Nadie va a negarme tu corazón, nadie va a decirme que no existía, que no importaba. Un corazón de cinco semanas que ya latía, que sigue latiendo y no se detendrá hasta el día de tu muerte.
No se ha detenido, no ha sido cambiado por otro. Si yo hubiera decidido detener ese corazón cuando sólo tenía cinco semanas (algo perfectamente legal y aceptado por nuestra sociedad) hubiese sido igual que si lo detuviese ahora, pero si lo hiciese ahora me encarcelarían y todos me verían como un monstruo. Pero yo no entiendo la diferencia: es el mismo corazón, con el mismo genoma en cada una de sus células. Un genoma resultante de la unión de un espermatozoide de papá con un óvulo de mamá, pero no de cualquier espermatozoide ni cualquier óvulo, sólo aquéllos. Mamá y papá podrían volver a hacer el amor millones de veces más (cosa, por otra parte, imposible, pero ésa es otra historia), tener veinte hijos más y ninguno de ellos serías tú. Ese genoma ya nunca se produciría.
Ese corazón, tú corazón, es único e irrepetible. Y lo era ya cuando sólo tenía cinco semanas.
¿Cuándo se ha convertido el aborto en una medida higiénica similar a un corte de pelo?
¿Por qué tantas y tantas buenas personas, personas con nobles sentimientos, que sienten dolor ante el sufrimiento ajeno, lo consideran una "solución" aceptable? El hecho mismo de considerarlo una "solución" es ya curioso, pues denota que identifican la venida al mundo de una nueva persona como un problema.
En el momento en el que consideramos aceptable asesinar a una persona de cinco semanas se acorta la distancia que nos separa de considerar aceptable la eliminación egoísta de cualquier persona.
Deshagámonos de todo lo que nos estorbe. De todo lo que nos impida seguir con esta orgía de consumismo y superficialidad que llevamos años celebrando en Occidente. Que queden sólo los adultos jóvenes, más aún, sólo los hermosos. Cuerpos perfectos, sanos y dorados que copulen sin fin, sin sentimiento, sin consecuencias, sin cesar.
Cariño mío, tú sabes bien que tu mamá es atea. Atea y roja. Es más, tu mamá no soporta las religiones, no cree en la culpa ni en el castigo.
Pero nadie puede negarme tu corazón. Nadie puede decirme que no existía, que no importaba.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Pensar en postsitivo



Me dice la experiencia que cuando uno anda entre dos opciones suele decidirse por una tercera que surge de repente, sin avisar.

El adúltero que no se decide a dejar a su mujer por la amante, ni a su amante por la mujer, se termina marchando con un chica de la que ni su mujer ni su amante conocían la existencia, las mujeres hartas de ser gordas y de vivir a dieta se convierten en campeonas de culturismo, y el que duda entre dedicarse a la prostitución o al proxenetismo acaba de informático.

Ya lo dice el dicho, tirar por la calle del medio, que, cuando uno no sabe qué hacer, suele ser la opción más sensata...

Así andaba yo, debatiéndome entre mi naturaleza negativa y las corrientes modernas del pensamiento positivo, corriendo de un lado para otro como pollo sin cabeza.

Empezaba una relación, por ejemplo, y ya lo veía todo negro: "esto no va a durar, este tío no es de fiar, etc..." entonces venía alguien cargado de buenas intenciones y me plantificaba un libro de autoayuda, tipo "Mis zonas erróneas", "El alquimista" o alguna soplapollada de Jorge Buckay. Entonces yo me esforzaba en visualizarlo todo de color de rosa: "esto será para siempre, es el hombre de mi vida, etc...". Y, claro, cuando al final el tío demostraba ser un mindundi, me llevaba unos disgustos que para qué.

Entonces, un buen día, descubrí el universo bloguístico y mi vida cambió.

Ya no hace falta pensar en negativo ni pensar en positivo, basta con pensar en postsitivo. ¿Que la vida te da una hostia? Escribe un post.

De los momentos trágicos ríete. Escribe un post. Que los demás también se rían. Es la forma de reciclaje más divertida que conozco: los envases al amarillo, el papel y el cartón al contenedor de papel y cartón, el vidrio al vidrio, con la basura orgánica hacemos compost, y con la mierda cotidiana... hagamos un buen post.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Soderfrojen

Antes de nada, y por si algún germanoparlante está leyendo, debo aclarar que esta palabra en realidad se escribe schadenfreude, pero, al igual que me pasó con Coohagen, cuando el padre de mi hijo me la dijo por primera vez mis orejas, atrofiadas por la fonética para vagos del español, oyó soderfrojen y para mí siempre se dirá así.
La soderfrojen es una palabra maravillosa. Ya se sabe que los alemanes saben mucho de eso de joderle la vida al personal y de disfrutar con ello, así que es lógico que su lengua disponga de esta maravillosa palabra que significa "sentir alegría ante la desgracia ajena" (si señores, los teutones son los amos, una vez más queda demostrado).
Dicen los alemanes que la sordenfrojen es la alegría más bella, puesto que es la única alegría sincera...
Hay que merengarse con los tudescos, qué mala baba se gastan, y encima con razón, porque el que no haya sentido la soderfrojen que tire la primera piedra...
Hagan un ejercicio de sinceridad conmigo, que no se lo voy a decir a nadie, piensen en la siguiente situación: usted se despierta a las 8 de la mañana, se da cuenta de que es sábado y puede seguir durmiendo.
Introduzcamos un matiz: usted se despierta a las 8 de la mañana, se da cuenta de que es sábado y puede seguir durmiendo, mientras se acurruca bajo la manta oye cómo su compañero de piso se levanta para ir a trabajar.
¿Cuál de las dos situaciones es más placentera?
No hace falta que conteste, la respuesta la saben hasta los negros de Uganda.
Ser guapo es un placer porque hay feos. ¿Se imagina usted un mundo donde todos fuéramos como el negro del CSI? Pues vaya mierda... ¿o no?
La soderfrojen es la leche, yo he visto a gente retorcerse literalmente de placer al sentirla. Hay momentos de soderfrojen gloriosos: encontrarse con el guaperas del instituto y ver que se ha quedado calvo, cuando a tu ex novia que te trató tan mal la dejan plantada en el altar y se piran con su mejor amiga, cuando a tu vecino el del Mercedes se le lleva el susodicho la grúa... y así hasta el infinito.
Pero la soderfrojen definitiva es ver que, después de que todos los que usted conoce se han entrampado hasta los colodrillos para comprarse un piso y usted no pudo, ahora los pisos valen diez kilos menos. ¡Eso es de orgasmo múltiple!
No, si todavía los bancos nos van a dar alguna satisfacción...



miércoles, 29 de octubre de 2008

En falso

Quien, como yo, haya estudiado idiomas estará familiarizado con el fenómeno de los "falsos amigos", esas palabras que suenan casi igual que en nuestro idioma pero significan algo completamente distinto. Son peligrosas, una trampa para extranjeros.

Actually en inglés, no significa actualmente (que se dice nowadays) sino en realidad. El italiano salire no tiene nada que ver con nuestro salir (que se dice uscire) sino que quiere decir subir. Si en ruso decimos de alguien que es simpatichni (симпатичный), no le estamos llamando simpático, sino guapo. Y éstos son sólo unos pocos ejemplos.

Si uno de estos falsos amigos consigue engañarnos se desencadena toda una serie de malentendidos . Yo lo experimenté cuando al poco de estar en Rusia le organicé una cita a una amiga con un chico muy simpatichni y ella se llevó el chasco de su vida cuando se encontró con un tío muy majo pero más feo que picio. "Este chico no es simpatichni" me reprochó, yo le dije que sí lo era, que sólo tenía que charlar un rato con él para comprobarlo. Ella no comprendía cómo una conversación iba a obrar el milagro de volverlo guapo. Después de un absurdo diálogo descubrí el verdadero significado de la palabrita de marras.

En la vida, al igual que en los idiomas, también hay falsos amigos, falsas señales, que tomamos por indicadores de algo bueno cuando en realidad son encubridores de algo malo.

Ser ordenado parece algo bueno, pero cuidado, algunas personas mantienen un estricto orden material para ocultar un profundo desorden emocional.

Hacer deporte es saludable, pero cuidado, algunas personas no buscan mantenerse sanas sino alimentar su narcisismo con un exterior hermoso.

Ser vegetariano podría indicar un gran amor y respeto por los animales pero cuidado, hay quien se hace vegetariano para no engordar.

Colaborar con causas humanitarias puede parecer muy altruista, pero cuidado, hay quien colabora para desgravar impuestos.

Un halago es un gesto amable, pero cuidado,hay quien halaga a alguien para ofender a un tercero que está escuchando.

La sinceridad es una gran virtud, pero cuidado, hay quien confunde sinceridad con crueldad.
Algunas personas parecen fuertes cuando en realidad son indiferentes.

Cuántos hacen el bien sólo porque no se atreven a hacer el mal...


jueves, 23 de octubre de 2008

Gracias

Es curioso, con lo que nos gusta importar toda la mierda que cagan los yankis, que aún no hayamos copiado esa bonita tradición del día de Acción de Gracias.
Aquí ya no vienen los Reyes Magos, cuando acabamos la carrera nos graduamos vestidos de gilipollas, nos envenenamos con su fast food, nos vestimos como ellos, el día de Todos los Santos, en vez de ir a ver Don Juan Tenorio y comer buñuelos, nos vestimos de payaso y los niños pijos se van a tirar huevos a los coches y a pedir golosinas por ahí...
Pero seguimos sin celebrar el día de Acción de Gracias, y eso a mí, que soy de la oposición (como Fraga) sí que me gustaría.
Independientemente de las razones primigenias de esta fiesta, me parece bonito dedicar un día al año, aunque sólo sea un día, a sentirse agradecido y a recordar todo lo cual debemos agradecer. En este mundo en que cada causa tiene su día, ¿qué mejor causa que la de no olvidar la suerte que tenemos?
Yo, a pesar de ser mal encarada y protestona como buena madrileña, doy las gracias muchas veces cada día.

Veo a mi hijo, tan sanito, tan bonito, durmiendo a mi lado, cuando hay tantos niños enfermos y pienso "Gracias".

Doy un bocado a algo rico, que, además de saciar mi hambre, se derrama sobre mis papilas gustativas proporcionándome un placer sin igual y pienso "Gracias".

Abro el grifo cada vez que se me antoja y sale agua fresca, clara, riquísima, potable, sin haber tenido que caminar kilómetros para conseguirla y pienso "Gracias".

Estoy viendo cualquier serie chorra acurrucada en el sofá bajo la mantita de ganchillo que hizo mi madre, il dolce far niente inunda mi cuerpo de endorfinas y pienso "Gracias".

Recuerdo que el destino me hizo llorar quitándome algunas cosas que creía querer, y, cuando pienso en lo que sería ahora mi vida si no me las hubiera quitado, pienso aliviada "Gracias".

Mis ojos se cruzan con los de un bombón por la calle y me sonríe, y pienso "Gracias".

Alguno de mis amigos me dice una tontería y nos reímos hasta llorar y pienso "Gracias".

Cansada, al final del día, me refugio en mi cama, calentita, con un buen libro que me transporta a mundos maravillosos, en la cama de al lado duerme mi ángel, yo sigo viva, mi cuerpo se duerme lentamente y murmuro "Gracias".

No sé si a Dios, no sé si al Destino, no sé si al Azar, no sé si a la Suerte.

Sólo sé que por unos momentos me doy cuenta de que soy rica.

Y digo "Gracias".





martes, 21 de octubre de 2008

¡Y también dos huevos duros!

Desde que mi última jefa tuvo el amable detalle de despedirme cuando le pedí que no me llamase gilipollas, estoy en el paro. Debe ser cierto lo de la crisis, porque yo siempre he encontrado trabajo rápido gracias a que soy poliidiota (como decía mi amigo Darío), es decir, puedo hacer el imbécil en varios idiomas, pero esta vez me está costando.
Todos los días tengo una matutina sesión de portales de empleo en Internet, con su correspondiente hervido de sangre en las venas ante la contemplación de la jeta de hormigón armado que se gasta el empresario español.
Este elemento, del que no comprendo que no se haya hecho aún un documental de National Geographic, siempre se ha caracterizado por su avaricia sin límites y ruindad sin parangón, pero ahora, escudados en la crisis, están alcanzando cotas de negrero sudista de antes de la guerra (la civil de los estados juntitos, of course).
Están desaforados, en una orgía de sangre y frenesí, y piden, piden, piden... me recuerdan a la genial escena del camarote de los hermanos Marx, cuando llega el camarero y empiezan a encargarle comida: Groucho pide una cosa detrás de otra y, cuando parece que ya ha terminado de pedir, surge la voz de Chicco por detrás "¡Y también dos huevos duros!".
Las ofertas de empleo actuales son un camarote de los hermanos Marx, no sólo por la masificación, sino por los requisitos, tienes la impresión de que al final de la oferta alguien te va a gritar el famoso "¡Y también dos huevos duros!".
Dos o tres idiomas, nivel bilingüe por supuesto (como si el nivel bilingüe se pudiese comprar en el Rastro), contabilidad, licenciatura universitaria, excelente presencia, dotes comerciales, 25 años de experiencia, haber residido en el extranjero, nivel avanzado de informática... y luego todas estas cositas que se han sacado de la manga: persona proactiva (traducción = mientras haces las tropecientas mil cosas que te he mandado te pones una escoba en el culo y vas barriendo la oficina), tolerancia al estrés (traducción= soy un hijo de puta y tú te tienes que aguantar mis insultos y malos modos), flexibilidad horaria (traducción = te irás de aquí cuando a mí me salga de los huevos, no tendrás vida privada y las horas extras ya te serán compensadas en el cielo, porque lo que es yo te voy a pagar el centro de un donut), te dan ganas de preguntar: Oiga, ¿el anal intruder lo pone la empresa o lo tengo que traer yo?
Claro que estos cómicos son profesionales, porque el verdadero clímax del chiste llega cuando te hablan del salario, mejor ni lo menciono, que no quiero que tengáis pesadillas...
Y te vas de allí diciendo: "o sea, que voy a ganar menos de lo que ganaba poniendo copas para pagarme la carrera... ¡y eso que hace ocho años! No me salen las cuentas, normal, siempre fui de letras.
Menos mal que siempre tenemos al Estado para velar por nosotros, dicen los banqueros, porque a los curritos de a pie lo que nos queda es el mencionado anal intruder.

jueves, 16 de octubre de 2008

Personas tóxicas

Decía mi abuela, y tenía razón, que todos los refranes trabajan. Pero a estas leyes que son los refranes siempre se les puede añadir un corolario. "Dos no pelean si uno no quiere", dice el refrán, "pero aunque uno no quiera el otro le puede joder la vida", debería decir el corolario.

No hace mucho vi un documental sobre Chernobil (Чернобил) que me dejó profundamente impresionada.
Contaba la viuda de uno de los bomberos que habían acudido en primera instancia en qué estado había quedado su marido. Ella estaba embarazada de ocho meses y corrió al hospital en cuanto la avisaron de que allí se encontraba su esposo. Se encontró una masa de carne quemada presa de unos dolores insoportables. El médico le dijo: "Váyase, lo que está en esa cama ya no es su marido, es una fuente de contaminación radiactiva que la matará a usted y a su bebé".

Pero ella no podía verlo así, ella veía a su marido y se quedó junto a él durante el día escaso que aguantó vivo.
Un mes después nació una niña que sólo vivió cuatro horas. Su pequeño hígado tenía una concentración de plutonio bastante para matar a una manada de elefantes.
El médico tenía razón: la madre no sólo no había podido ayudar a su marido, sino que había provocado la muerte de su hija.

Aunque todas las historias contadas en el documental eran escalofriantes, ésta me impactó especialmente, ya que materializó una reflexión que hace tiempo que me ronda: la de las personas tóxicas. Personas que están contaminadas irremisiblemente y con las que sólo nos queda un plan de acción: huir.

Estas personas no son necesariamente malas, pero están heridas de muerte por un dardo emponzoñado, como los dragones de las novelas de caballerías, y causan la muerte de cualquiera que permanece junto a ellas.

Estas personas aparecen a veces en nuestras vidas, en muy diversas formas (un jefe, una pareja, un amigo, un familiar) y tienen algo que las hace doblemente peligrosas, son atractivas. Poseen la atracción del desafío. Juegan con el mayor talón de Aquiles del ser humano: la prepotencia. Aunque otras víctimas nos avisen mientras huyen despavoridas, siempre pensamos que quizá ése que huye se ha equivocado en algo, y que nosotros sabremos lidiar con la situación. Esa es la explicación de que Alessandro Lequio siga encontrando pareja, por ejemplo.

Al final, con estas personas, después de haber probado todas las estrategias habidas y por haber, sólo quedan dos opciones: huir o morir con el hígado contaminado. No hay más.

En ciertos cuentos los protagonistas nunca llegan a comer perdices. Cuando el príncipe o la princesa son tóxicos, las perdices se sirven con mayonesa con salmonela.

Yo hace mucho tiempo que lo comprendí. Si te quieres hundir, húndete tú sólo, pero no te agarres a mi cuello para que nos hundamos los dos.

Sólo hay un pequeño problema: ¿Qué pasa cuando la persona tóxica eres tú mismo?

martes, 14 de octubre de 2008

Haber nacido macho

Como se dice el pecado pero no el pecador, no diré de quién era la boca de la que salió esta frase, aunque muchos ya lo sabéis.
Allá por los años cuarenta, cuando para muchos en España se vivía mejor, cierta mujer estaba en su casa limpiando y cuidando a sus tres hijos pequeños cuando llegó su marido después de todo el día fuera.
El hombre se lavó, se puso como un pincel (con la ropa que había lavado y planchado su esposa, por supuesto) y se disponía a marcharse al café cuando ella le dijo: "¿Ya te vas otra vez?". Él, que no era casi chulo, se volvió con todo el cuerpo y contestó: "¿Pues no lo ves?" y ella, con gesto cansado, se aventuró a quejarse: "Yo siempre aquí sola con los niños y tú divirtiéndote". Entonces él, sin mirar atrás abrió la puerta y, antes de salir, dijo la frase, la puta frase, la frase maldita que ella había de recordar y transmitir a sus hijas y a las hijas de sus hijas: "Haber nacido macho".
Éste es nuestro estigma, amigas. Por mucho que digan que los tiempos han cambiado siempre llevamos las de perder, siempre acabamos escuchando un "haber nacido macho". Disfrazado, eso sí, pero el mismo al fin y al cabo.
Y éste no es el único "haber nacido..." que se tiene que escuchar, por desgracia.
Tienes que humillarte por una miseria, haber nacido rico.
No hay ropa para ti, haber nacido flaco.
No ligas, haber nacido guapo.
Tienes que meterte en un cayuco para venir aquí a que te exploten y te desprecien, haber nacido primermundista...
Haber nacido macho, haber nacido blanco, haber nacido heterosexual, haber nacido en Europa, haber nacido alto, haber nacido hijo legítimo, haber nacido Paris Hilton...
Haber nacido en el lado bueno del mundo, si no lo has hecho nadie tiene la culpa más que tú.
Pero, como a mí no me gusta dejar títere con cabeza, vamos a darle la vuelta.
No tienes vida más allá de ganar dinero, no te respetas ni a ti mismo, no tienes empatía, no pierdes porque no arriesgas, nunca vivirás la vida como yo...
Haber nacido libre, haber nacido persona, haber nacido bohemio, haber nacido loco, haber nacido bueno, haber nacido sensual, haber nacido desnudo, haber nacido honesto, haber nacido perdedor...
¿No tienes cojones para llevarte la vida puesta? ¿Nunca te has emborrachado ni de vino ni de besos?
Jódete, haber nacido como yo.

domingo, 12 de octubre de 2008

La belleza


Los que me leen con regularidad ya saben que una de las tonterías que me gusta hacer son las listas. Ya he clasificado a los listos, a los comemierdas y a los malos. Hoy le toca el turno a los guapos. Porque no pensaríais que la cosa es tan simple como guapos y feos, no hijos míos, la cosa tiene mucha más enjundia. Sí que es cierto que existe la belleza absoluta, y quien no me crea que mire la foto. Es una escultura de Antonio Canova, "Il bacio d'Amore", ante la cual yo pasé dos horas de reloj en el Hermitage, incapaz de dejar de mirarla. No podía creer que hubiese algo tan hermoso, tan suave, tan perfecto, tan rotundo. Esto es lo máximo y detrás viene todo lo demás que, como todo en esta vida, va en grados, en secciones y en subsecciones. Seguro que no habíais reparado en ello, al fin y al cabo vosotros sois tiernos corderillos, menos mal que me tenéis a mí para ilustraros. Vamos allá:



1. Guapo. Pues ya está, su propio nombre lo dice, cuando alguien los describe dice "es guapo" y nadie lo discute, no hay subjetividad posible. Por ejemplo Paul Newman o Ava Gadner.
2. Guapete. Éste te cae bien y eso te hace verlo más guapo de lo que es. Tu objetividad te impide llamarle guapo directamente, porque tampoco lo es, así que le colocas el guapete, que es una mezcla entre guapo y majete, y a correr. Si queréis ver a uno poned el Pasapalabra y os encontraréis con Christian Gálvez. Ah, y sólo puede ser chico, quizá la chica equivalente sería mona, algo así como María Adánez.
3. Guapín. Éste tiene unas facciones correctas, los ojos claros (esto es imprescindible) y es ñoño a más no poder, vamos, que tiene menos sex-appeal que un percebe. Zapatero, sin ir más lejos. Ejemplo de guapina: su mujer, coño, si son iguales.
4. Guapetón. Éste tiene que ser moreno, eso es indiscutible, y gordo (o, como se dice de los guapetones, fuerte). Sus facciones son, además de correctas, exuberantes, ojos enormes, labios carnosos, cutis de porcelana. Y las mejillas, las mejillas tienen que ser inmarcesibles e infinitas, mejillas apropiadas para plantar en ellas unos besos sonoros, besos de abuela. Aquí los reyes del mambo son Falete y María del Monte (si es que no son el mismo, que yo tengo mis dudas).
5.Guapito. Suele ir seguido de la coletilla "de cara" y dicho con cierto retintín. Porque el guapito te cae mal, encima es un listillo, encima te cae mal (pero esto ya lo había dicho ¿no?), pero es que es lo más importante: te fastidia que sea guapo porque piensa que esa circunstancia le da derecho a todo. Aquí seguramente podríamos incluir a Inma del Moral y a su exnovio Pedro Ruíz (¿Cómo? ¿Qué éste no es guapo?, huy perdón, se me ha traspapelado un dato del post de clases de simios guapos...)
6.Guaperas. Condición exclusivamente masculina. Éste es guapo, ejerce de ello, lo sabe y lo disfruta. Es el típico que gusta y además cae bien. Y no hay guaperas más guaperas que él: Dios Clooney.
7.Guaperillas. Es un paso previo al guaperas, bien sea por juventud o porque sus capacidades no le permiten llegar a guaperas. Si quieren ver uno, ahí tienen a Alejo Sauras.
8.Bello. Para ser bello es imprescindible ser negro, y esto no es racismo, es un hecho objetivo. Tienen tal perfección, armonía, elegancia de espíritu y exquisitos modales que parecen todos príncipes. Y si no me creen, miren a cualquier topmantero, o miren esto.
9.Autoguapo. Suele darse con más frecuencia entre las féminas. Es fea y además tiene mal tipo, pero en su casa le han dicho siempre que es una belleza, y ella se lo ha creído. Se auto incluye entre los agraciados con una convicción y naturalidad tal, que nadie se atreve a contradecirla en voz alta (aunque todos piensan que es un callo malayo). De esta categoría no voy a poner ningún ejemplo porque todos tenemos algún ejemplar entre nuestros conocidos. ¿A que ya estás pensando en alguien concreto?
10.Guapo por cojones. Nació feo pero no se resigna, a base de ir a la última moda, operaciones estéticas, estilimos y demás soplapolladas ahí está, entre la beautiful people (expresión absurda donde las haya). ¿Ejemplos? Guti y señora, Terelu Campos, Belén Arriba la Esteban, Victoria Escuerzo Beckham... y el máximo representante: nuestro nunca bien ponderado M.A.M.

Y por si se están preguntando si la autora se incluye en alguna categoría... pues los que me conocen no necesitan ninguna respuesta, ya saben que estoy buenísima (según me dijeron el otro día, "literalmente")

martes, 7 de octubre de 2008

Desvivir


La vida no es sólo vivir, también es desvivir. El prefijo des- es el más productivo, no sólo de la lengua española, sino de todas (en inglés un-; en ruso раз-). Qué maravilloso prefijo, a todo es aplicable.
Para hacer algo, primero hay que deshacerlo. Realmente no hacemos otra cosa en nuestras tristes vidas, hacemos y deshacemos. Como la familia Buendía.
Hacemos la cama por la mañana y la deshacemos por la noche. Ordenamos las cosas para luego ir desordenándolas poco a poco. Decimos y luego nos desdecimos, o nos desdecimos para luego poder decir otra cosa. Los comandos se articulan para luego ser desarticulados, y una vez desarticulados se vuelven a articular.
Prendemos las cosas para desprendernos de ellas. Nos deshidratamos y nos volvemos a hidratar, al igual que nos desnutrimos para volvernos a nutrir.
Damos pistas a los demás sobre nosotros y en el momento menos pensado los despistamos.
Esperamos que ocurra algo y nos desesperamos cuando no ocurre. O cuando ocurre (ten cuidado con lo que deseas, que se puede cumplir)
A todo encanto lo sigue el desencanto.
A toda gana la sigue la desgana.
A todo amor, el desamor.
Tejemos redes que nos atan a base de desatar pasiones que luego debemos destejer.
Engañamos para enamorar y luego debemos desengañar al enamorado para liberarle de su desdicha.
Así podría seguir hasta el infinito, pero hay un des- que me interesa especialmente, el desenamorarse. Quizá una de las sensaciones más desagradables que se pueden experimentar.
Es como estar agustito en la ducha y que te corten el agua caliente, como encontrar un pelo en el plato que estás comiendo con deleite. Como estar soñando que puedes volar y despertar.
Yo acabo de desenamorarme. De repente sus besos ya no me borran el mundo, de repente ya no veo al padre de mis hijos cuando lo miro, y lo que siento en el estómago cuando lo veo es pura y simple hambre.
Sólo me queda un consuelo: si acabo de desenamorarme significa que pronto me volveré a enamorar.

sábado, 4 de octubre de 2008

Tíralo todo


Tíralo todo.
Tira los apuntes de la universidad, tira los zapatos que ya no te pones,
tira los pensamientos tristes.
Tíralo todo.
Tira la colección de cromos de tu infancia, tira las nóminas del 95,
tira ese limón pocho de la nevera.
Tíralo todo.
Tira las ansias de venganza, tira el "estoy como una foca" de antes de la ducha,
tira los programas del corazón.
Tíralo todo.
Tira las revistas porno de la adolescencia, tira esa camiseta que ya no te cabe,
tira millas.
Tíralo todo.
Tira el cartón del papel higiénico cuando se acaba, tira los recuerdos que te duelen,
tira del carro.
Tíralo todo.
Tira los envases al amarillo, tira las ganas de morirte,
tira de la manta que el quinto se levanta.
Tíralo todo.
Tira los libros que no relees, tira las cartas que no reescribes,
tira para adelante.
Tíralo todo.
Tira el pudor antes de entrar en el dormitorio,
tírate al vecino de arriba,
tira el temor al "qué dirán".
Tíralo todo.
Tira la mediocridad, tira la rutina,
tira y afloja.
Tíralo todo.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Los hombres de mi vida

Hoy estoy sentimental, no lo negaré, y me ha dado por pensar en mis grandes amores. En los hombres de mi vida, a los que más he amado y nunca dejaré de amar. Y que nadie piense que estoy hablando de mis múltiples novios, rollos, rolletes, novietes y demás fauna, qué va, en esos ya ni pienso, como decía Manuel Bandera en "Las cosas del querer": aceituna comida, hueso a la calle.
Me refiero a mis verdaderos amores, los hombres que formarán parte de mi vida siempre, a los que nunca defraudaré, ni me defraudarán, a los que siempre seré fiel, de los que nunca me cansaré...
Permitidme que os los presente....



Dios Clooney. Más guapo no se puede ser. No puedo expresar con palabras lo que me gusta este hombre, desde que lo vi en "Abierto hasta el amanecer" con ese tatuaje en el cuello soy suya irremediablemente. Y mira que se le ve a la legua que es un perro sin amo, pero si tuviera el gusto de conocerle sólo podría decirle: anda ladrón, hazme el lío... que tienes una labia...



Keanu Reeves. A este llevo queriéndole más tiempo, concretamente desde los dieciséis añitos que lo vi por primera vez. Fijaos si me gusta este tío que me trago todas sus películas a pesar de lo malo que es el cabrito. Porque aquí si que lo digo sin apasionamiento: guapo es a rabiar, pero como actor es el peor del globo. He elegido una foto de "Le llaman Bodi", la película que he visto más veces en mi vida, porque, si en general está bueno, en esta peli ya está de lipotimia. Ay madre mía... ¡Sálvame Neo!




Robert Downey Jr. Este es que encima me cae bien, porque es un pieza. Y a las mujeres, ya se sabe, nos pone el rollito canalla. Si es que le quiero, no lo puedo evitar, y le pagaría la fianza del talego todas las veces que hiciera falta... Robert, ya lo dices tú que "sólo eres un gilipollas con una opinión", pero aquí, que lo sepas, se te quiere.


Judd Nelson. A ver quién es la guapa que ha visto "El club de los cinco" (que, por cierto, ya le dedicaré un post) y no se ha enamorado del macarra. Si es que es imposible. Porque este chico duro y aparentemente insensible, en el fondo es lo más tierno que te puedes llevar a la boca. Te quiero tanto Judd y te he amado tanto desde mi adolescencia, que te lo perdono todo, que hayas malogrado tu carrera, que estés gordo, que lleves barba... te perdono hasta que te casaras con Brenda, de Sensación de vivir. Siempre serás mi macarra favorito.

Para terminar el post, y ya que las fuerzas siempre deben estar equilibradas, aquí os presento también a los tres tíos más asquerosos del planeta. Para que luego no me acusen de que sólo hablo de tíos buenos.



Aquí los tenéis: El insufrible Matt Damon, qué patada en la boca te metería si pudiera bonito, Ben Afflectado, al que estoy segura de que le huelen los pies, y Russel bracicorto Crowe, que da más asco que hacerle las ingles brasileñas a Terelu. Parece mentira que la naturaleza pueda dar bombonazos como los primeros y truños como estos tres. Misterios de la genética, digo yo...

domingo, 28 de septiembre de 2008

Game Over

Si he tenido un vicio en mi vida, aparte de colgarme de tipos absurdos, son los vídeo juegos. Tan viciosa soy que ni siquiera puedo llevar juegos en el móvil porque, y esto es verídico y hay testigos, he llegado a irme al baño de un garito y ponerme a jugar. Claro que lo hice en parte para librarme de la insoportable brasa de un baboso, pero eso no es excusa.
No me disgustan las consolas y, de hecho, uno de mis sueños es probar la Wii, pero lo que de verdad me chana y hace que me ponga hasta nerviosa son las máquinas de bar de toda la vida. Con las horas que yo he echado jugando al Tetrix y al Street Fighter otros han opositado a notarías, no digo más...
No hace mucho, con veintimuchos añazos y sin una pizca de vergüenza, me metí en unos recreativos para revivir mis años mozos. Tremenda decepción me llevé para el cuerpo, obviamente, porque mis amados juegos ya no existían, y los que había ya no me molaban... He intentado reencontrarme con ellos en las web nostálgicas, pero ya nada es lo mismo. Es como cuando uno ve la foto del que creía que era su amor platónico en la infancia y descubre que en realidad no era ese, sino su hermano... Yo creo que en realidad el fallo está en que yo ya no tengo 16 años, ni me estoy saltando la clase de matemáticas, ni existen las monedas de cinco duros (pero las de verdad, no la mariconada esa con agujero que sacaron después).
La dinámica era sencilla, echabas la moneda y tenías tres partidas. Cuando la cagabas te salía el famoso "Game Over, Press Start to Continue" y tenías otra oportunidad. A la primera no le dabas mucha importancia, confiado en que te quedaban dos. Volvías a perder y otra vez, entonces ya estabas jugando la tercera y última partida y ahí si te ponías nervioso porque sabías que cuando te mataran ya no saldría el press start... no, entonces salía el temido "Game Over, Insert Coin" y los que éramos pobres no solíamos tener otra coin...
Ya sabemos que la vida imita a la ficción, por eso en la vida también hay gameovers de los dos tipos, a veces las cosas se arreglan presionando start, otras hay que usar una nueva moneda.
Yo ahora estoy en un gameover de los de Insert Coin, pero no me importa porque tengo el bolsillo lleno de monedas.
Además, para homenajear a mi amado Paul (Newman, quién si no), voy a plagiarle la última frase de "El color del dinero", cuando el tío parece que está acabado y de repente se pone la corbata, pilla el taco y dice "os vais a enterar de lo que vale un peine " (no dice esto exactamente, claro, pero la esencia es esa) y entonces le preguntan por qué y él, dando la primera tacada dice todo chulo (ese es mi Paul): "Porque he vuelto"

lunes, 22 de septiembre de 2008

Grandes estrellas del circo

M.A.M.


M.A.R.


¿Cuál de los dos es más gilipollas? Opine sin miedo

Historias de cama


Si estás esperando que te cuente mis intimidades eróticas ya te puedes ir marchando, guarro, porque este post no va de eso. Hoy quiero hablar de la cama, de la cama en sí, ese gran mueble sin el cual no hay casa y con el cual no hace falta nada más. Porque si uno entra en una casa y ve una gran cama no le cabe duda de que allí vive alguien, pero si ve un sofá Luis XVI, por ejemplo, la cosa no está tan clara. Uno de mis "siyofuerarica" recurrentes es imaginar que vivo en la cama, es cierto que esta fantasía se produce más a las 7 de la mañana cuando voy al currelo que cuando estoy dando botes en un garito, pero la verdad es que lo pienso con frecuencia. Tendría un cama mullidita, espaciosa, con tele y ordenador internetizado a mano, con teléfono, con libros, con películas, y, lo más importante, con un timbre a cuya llamada respondería un criado solícito...
La cama es un gran lugar, para todo, pero especialmente para "eso". Nunca he compartido esas fantasías liberaloides de hacerlo en lugares públicos, donde dicen que el morbo es que te pueden pillar, pero qué horror, ¿se puede imaginar situación más incómoda? y si no en la cocina, contra el frigorífico, en el ascensor (sólo apto para precoces), en un confesionario, etc... Con lo bien que se hacen ciertas cosas en la cama, tapado hasta el cuello (como bien dice prognato) y con tu cuarto de baño al lado. O si no en la cama de los padres (quien no haya hecho el amor en la cama de sus padres que se levante y se vaya), aunque siempre da un poco de mal rollo porque suelen estar a la vista objetos poco erotizantes, como tu propia foto a punto de recibir por primera vez el cuerpo de Cristo o las gafas de tu padre.
Las camas, además, se quedan impregnadas de la esencia de su dueño. Si la persona que duerme habitualmente en ella es tipo marmota, será un gran placer dormir en ella, pero desaconsejo tajantemente dormir en la cama de un insomne. Cada vez que duermo en la cama de mi hermano es como si las toneladas de sueño que él ha dejado allí desplegasen unos brazos invisibles y me sumergiesen en los dominios de Morfeo. Sin embargo, cuando duermo en la cama de mi madre, doy vueltas sin parar, presa del nerviosismo que mi augusta le ha traspasado.
Se puede aprender mucho de una persona simplemente tumbándose en su cama, ya que sólo desde ahí se tiene la perspectiva de lo que esa persona ve cada día antes de dormirse, y eso es muy significativo.
Permitir que un extraño duerma en la propia cama también tiene su enjundia, porque luego deja su huella, su olor y pelos por toda la cama. La sensación que tengamos al descubrir esos vestigios nos dirá lo que sentimos por esa persona, y eso también es muy significativo...
La próxima vez que veas el dormitorio de alguien, te aconsejo que, cuando no te vea, te tumbes en su cama, comprobarás que, después de eso, le conoces un poco mejor.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Ay mi amigdala


Cuando la amígdala (que no las amígdalas, ojito) habla, más vale que el córtex calle. Eso hay que tenerlo clarito, ella manda. Y no hay nada que hacer. Lo que ocurre es que la mayoría del tiempo le hace creer al córtex que manda él. Como pasaba en los matrimonios de antes.
Pongamos un ejemplo: a la amígdala le da miedo la oscuridad, y quiere dormir con la luz encendida, el córtex sabe que eso es una estupidez, porque en la oscuridad lo único que sucede es que no ves las cosas, pero nada cambia, y si a eso le añadimos, que vas a estar durmiendo y, lógicamente, con los ojos cerrados, es absurdo dejar la luz encendida, además de un gasto inútil de energía y dinero. Empiezan a discutir, la amígdala no se apea del burro, no quiere oscuridad y punto, le da igual que sus motivos sean absurdos, no va a transigir. El córtex empieza a razonar, "pero mujer, ¿no te das cuenta de que estás siendo ilógica?" y la amígdala en sus trece. El córtex se enfada "mira, ya vale de tonterías, aquí mando yo, se apaga la luz y no hay más que hablar" y le da al interruptor. Se hace la oscuridad, entonces la amígdala hace que los latidos se aceleren, pinta escenas terroríficas en la imaginación, entrecorta la respiración, y obliga a la mano a encender otra vez la luz. Conclusión: el córtex se aguanta, se duerme con la luz encendida, la amígdala se sale con la suya.
Otra de las situaciones realmente interesantes de la amígdala es cuando se enamora de otra amígdala. Se cruzan y se enamoran, así, sin más, sin pedir permiso a nadie, sin ponerse coloradas. Ambos córtex hablan con sus respectivas amígdalas. "Pero ¿no entiendes que no la conoces? ¿cómo me puedes decir que estás enamorada? el amor llega con el tiempo, el conocimiento, la afinidad, la hipoteca... " pero que si quieres arroz, Catalina.
Pues una de esas me ha hecho mi amígdala, se me ha enamorado. Yo no conozco al propietario de la otra amígdala, no sé si es bueno o malo, formal o informal, sincero o embustero, no sé si me conviene... pero nuestras amígdalas se han enamorado y nosotros poco tenemos ya que decir.
Creo que tendremos que resignarnos, ya se lo he dicho yo: "mira chico, a mí esto también me parece un sinsentido, yo tampoco quería esto ahora, pero qué quieres que le haga, mi amígdala y la tuya se han enamorado y provocan que cuando nos vemos se nos acelere el corazón, y que tu piel sea un imán para mis manos, y que te mire y vea al padre de mis hijos, y que cuando me besas se me borre el mundo... No es cosa mía, es de mi amígdala. Y no veas el genio que tiene, cualquiera le lleva la contraria"
Él es algo más tozudo que yo y no se da por vencido. Pero no me preocupa, ya sé que su amígdala se ha enamorado de mí, y ya se sabe... al final ella es la que manda.

sábado, 6 de septiembre de 2008

jueves, 4 de septiembre de 2008

Perspectiva

Todo es cuestión de perspectiva. Lo saben los pintores, lo sabía Ortega y lo saben los hermanos Lapiedra.
Yo también lo sé, pero a veces se me olvida y, radical como soy, tiendo a erradicar el gris de la escala cromática.
Se me olvida y entonces la vida, sabia, siempre sabia, me lo recuerda de golpe.
De los muchos horrores del mundo moderno (algún día dedicaré un rato a hablar de ellos) uno que me espanta especialmente es el fenómeno de los tonos, politonos, sonitonos, videotonos y pollasenvinagretonos con los que nos bombardean constantemente: un villancico personalizado en Navidad, un paleto que te avisa de que te llaman... De todo ha habido, incluso el pedorrap (esto ha existido de verdad, no es hipérbole).
Pero para mí lo más espeluznante era un conejo llamado "Snuffi" que cantaba con voz harto desagradable algo así: "Te daré muchos mimitos, serás tú mi peluchito".
Cada vez que lo veía yo rezaba internamente una jaculatoria, porque estaba convencida de que tal engendro no podía menos que provenir de las fuerzas más oscuras del satanismo más feroz. Además, me preguntaba estupefacta qué tipo de cefalópodo podría gastarse los duros en descargarse tal infamia y llevarla en el móvil.
Pero un día llegó la vida y me pegó una colleja de antología, como siempre que me paso de listilla...
Estaba yo viendo la tele con mi hijito de tres años cuando apareció el indeseable personajillo con la murga de los mimitos, mi hijito sonrió, señaló a la pantalla y dijo "mira mami, Snuffi". Resultaba que a mi hijo le gustaba aquel esperpento, le gustaba tanto como para que su visión le arrancara una sonrisa, tanto como para que quisiese compartirlo conmigo. Aquella cosa que a mí me enervaba, que me parecía tan deplorable, resultaba ser una ricura a los ojos de mi ricura.
¿Cómo iba yo ahora a odiar al bichejo si a mi hijo le encantaba? Ya no era un engendro de Belcebú, era un brillo en los ojos de mi niño, era un "mira mami, Snuffi".
Tristán me regaló a Snuffi aquel día, cambió la sensación de desagrado que sentía cada vez que ponían el anuncio por la de dulce ternura que me embarga ahora cuando lo veo y vuelve a mi mente la sonrisa de mi hijo.
Ortega se me apareció entonces y me dijo riendo "Pero si ya lo sabías, tontita, lo sabías desde C.O.U: todo es cuestión de punto de vista y perspectiva". Y es verdad, lo sabía, lo sé ahora, cuando cada noche le canto a Tristán antes de dormir eso de "serás tú mi peluchito"...

martes, 2 de septiembre de 2008

Cariño mío


Primero fuiste un temor, luego fuiste una raya rosa, luego fuiste un disgusto, luego unas náuseas, luego un pequeño corazón latiendo en una clínica de Moscú, y una lágrima en el rabillo de mi ojo, a penas disimulada. Hoy cumples tres años y lo eres todo.
Felicidades, cariño mío.

jueves, 28 de agosto de 2008

Minutos de silencio


Cómo molo, me encanto, soy genial. Si hubiera más personas como yo el mundo sería maravilloso, soy tan sensible...
Cuando veo en la tele a los negritos que se mueren de hambre siempre le digo a quien esté conmigo la penita que me dan. Y si estoy a solas no digo nada, total... para qué si nadie me va a oír.
Soy tan buena persona... Llevo un lacito rojo (por el sida), un lacito negro (por el terrorismo), un lacito rosa (por el cáncer de mama) y me compro todas las pulseras solidarias.
Fui a la manifestación por el tío ese que secuestró ETA, ¿que cómo se llama? Ay hijo, no me acuerdo, hace tanto tiempo... Y el otro día, cuando el accidente de Barajas, lloré muchísimo en la oficina (estaba en la oficina cuando me enteré) y me solidaricé con las víctimas en varios foros de Internet. Es que tengo tan buen corazón... de verdad, cómo molo.
Siento un cariño inmediato por las personas que conozco, salgo una noche de copas y conozco a alguien y es como si nos conociéramos de toda la vida, la conexión (o diré feeling, que es más cool) es inmediata, y le beso y le abrazo y le hago masajes en los pies y dormimos abrazados y le digo muchas veces que le quiero, no vaya a ser que me muera sin habérselo dicho. Mi pareja no se molesta por estos ataques de amor porque también mola mucho. Molamos tanto que sólo con vernos tenemos siete orgasmos seguidos.
Si lo pienso bien me doy cuenta de que no tengo amigos de la infancia, si se me acerca un pobre por la calle me aparto (no me vaya a manchar mi preciosa camiseta del Che), le hago la vida imposible a mis subordinados en el trabajo a la par que le chupo el culo a mi jefe, levanto falsos testimonios y carezco completamente de principios y dignidad.
Pero molo mucho, siempre que le pasan grandes tragedias a personas que no me importan guardo los correspondientes minutos de silencio.

sábado, 23 de agosto de 2008

Volver

Volver siempre es complicado y no se pueden predecir sus consecuencias.
Dicen que no se debe volver al lugar donde una vez se fue feliz, y la verdad es que la posibilidad de la decepción (esa sensación amarga donde las haya) siempre da miedo.
Dicen que lo mejor es volver rápido a donde se pasó mal, o de lo contrario nunca te atreverás a hacerlo. Y eso es dolorosamente cierto.
A veces uno vuelve sin darse cuenta y es algo maravilloso, porque aquel lugar al que vuelve lo había olvidado y se lo encuentra de nuevo y el pasado le asalta sin pudor y es como remontarse miles de años en nuestra historia genética hasta ese milagroso momento en que aún no habíamos desarrollado nuestro córtex y el sistema límbico regía sin trabas y no teníamos conciencia del yo y éramos uno con el universo.
Los que estamos infectados por el germen de la nostalgia tenemos una relación de amor-odio con el verbo volver, que para nosotros siempre es reflexivo, aunque no lo sea, porque lo vivimos siempre hacia nosotros mismos.
Los que estamos infectados por esta enfermedad que, como todos los que la padecen saben, es congénita, crónica y degenerativa, vivimos más y más intensamente, aunque con más dolor.
Yo hoy vuelvo, vuelvo a vosotros, a todos aquellos que me lo habéis pedido y que me hacéis el maravilloso honor de leerme.
Y os doy las gracias por estar ahí.

lunes, 30 de junio de 2008

El fútbol es así

Imaginemos la siguiente situación: un día un tío más feo que picio consigue tirarse a un pivón calibre Elsa Patacky, por ejemplo. Enfervorizado y en el cúlmen de su satisfacción sale a la calle a las tantas de la mañana, en día laborable, y recorre las calles tocando el claxon sin parar, explota petardos, destroza papeleras a patadas y va chillando como un loco. Los vecinos a los que no deja dormir llaman a la policía y un amable agente le para los pies. Él le dice que ha mojado y tiene que expresar su inmensa alegría y lo que consigue es acabar en el calabozo por resistirse a la autoridad.

Vamos a introducir un pequeño matiz en la situación: un día el equipo del cual este tío es hincha gana un partido. Enfervorizado y en el cúlmen de su satisfacción sale a la calle a las tantas de la mañana, en día laborable, y recorre las calles tocando el claxon sin parar, explota petardos, destroza papeleras a patadas y va chillando como un loco. Los vecinos a los que no deja dormir se joden y van al trabajo al día siguiente sin haber podido pegar ojo. El fútbol es así.

Pongamos otro "poner": un grupo de admiradores de Woody Allen, ya he dicho que es un poner, salen extasiados del cine de ver su última película, ha sido una experiencia tan catártica y trascendental que no pueden irse tranquilamente a tomar una cerveza y comentar los preciosos planos y el bien llevado ritmo narrativo, necesitan algo más radical. Se bañan en una fuente pública y trepan por una estatua provocándole costosos daños que serán sufragados por los fondos públicos, además se dan de hostias con los admiradores de George Lucas. Son detenidos por vandalismo.

Pequeño matiz: un grupo de hinchas de la selección salen extasiados del estadio de ver su último partido, ha sido una experiencia tan catártica y trascendental que no pueden irse tranquilamente a tomar una cerveza y comentar los preciosos pases y el bien llevado ritmo de juego, necesitan algo más radical. Se bañan en una fuente pública y trepan por una estatua provocándole costosos daños que serán sufragados por los fondos públicos, además se dan de hostias con los seguidores de otra selección que han venido del extranjero para la ocasión. Cuando se cansan se van a dormir la mona tranquilamente. El fútbol es así.

Mi vida es una puta mierda por muchos motivos, pero ayer me llevé un pedazo de alegrón pensando en lo por culo que le tuvo que dar a mi ex (es alemán) la victoria de España.

El fútbol es así.

miércoles, 11 de junio de 2008

Soy maaaaloooo

Aunque las corrientes modernas abogan por que no hay nadie completamente bueno ni completamente malo, y que todos podemos ser lo uno o lo otro dependiendo de las circunstancias, lo cierto y verdad es que, desde pequeños, hemos sido educados en la creencia de que unos eran "los buenos" y otros "los malos". Luego está lo que cada uno considere como bueno o malo, que esa es otra...
Cuando Prognato era Prognatito, aparte de ser rico para comérselo (pero claro, qué va a decir su hermana mayor...) tenía el mundo muy bien estructurado. Era Prognato un niño como para escribir dos novelas con sus anécdotas, pero voy a ceñirme a los hechos o no hablaré de lo que nos ocupa. Él sabía muy bien que en la Guerra de las Galaxias, por ejemplo, Luke y Leia eran los buenos y Darth Wader el malo. Siempre que se contaba una historia en la cual se pudiese intuir una confrontación hacía, invariablemente, la gran pregunta: "¿Y quiénes ganaron los güenos o los malos?". Un día estaba mi abuela contando tribulaciones de la Guerra Civil y Prognato, cuando comprendió que se hablaba de una contienda, dijo: "Abuelita ¿estás hablando de una película?", "No hijo" contestó la abuela "fue de verdad, en España" y entonces Prognato hizo su pregunta estrella: "¿Y quiénes ganaron los güenos o los malos?", a lo que mi abuela (que no en vano era de mi familia) respondió: "Los malos, hijo, los malos". Nunca olvidaré los ojos desorbitados del pobre niño cuando oyó aquello. Ese día fue la muerte del cándido infante que una vez asó a Darth Vader en la máquina de hacer palomitas por malo; ese día, supongo, comprendió que algunas de las cosas que nos contaron no son ciertas, sin ir más lejos, eso de que al final siempre triunfa el bien.
Yo creo en la maldad, igual que creo en la bondad. La maldad, el mal por el mal, sin otro objetivo que hacer daño. Eso existe. Yo lo he visto, lo he sentido, lo he comprobado. Aunque también está el malo arquetípico, el malo de la ficción, el malo que nos gusta, porque mola más que el bueno, que, la verdad sea dicha, da así como grima.
Hay malos que quedarán para siempre en nuestro recuerdo: J.R, Ángela Chaning, Diana la de V (ay, madre, que se me notan los años), malos malísimos que nos admiraban por cómo le jodían la vida a la gente, con esa eficacia, con ese glamour, y que, si se llevaban un palo, sabían renacer de sus cenizas cual ave Fénix.
Hay malos que no son tales, sino rebeldes porque el mundo los hizo así, y con un poquito de amor toman el buen camino. Ahí tenemos, para muestra, a Dylan, el de Sensación de vivir.
Hay malos que empiezan siendo buenos y un buen día dan la cara, de estos hay a patadas en las películas de los sábados sobremesa: el marido encantador que luego es maltratador, la niñera pederasta, la compañera de piso psicópata...
Pero entre todos mi preferido, mi malo idolatrado, es y siempre será Cojoiden (quien quiera puede corregirme argumentando que se dice Coohagen), el malo de "Desafío total", película mítica entre las míticas, que tiene material para estar en un orgasmo bloguistíco sin fin. Cojoiden es el malo que putea a Swarzenegger (quien quiera puede decir que no se escribe así), y que luego resulta que era su amigo antes de que perdiera la memoria y en realidad está conchabado (oh, qué hermosa palabra) con su yo anterior.
Y si alguien no está de acuerdo conmigo que mire, que mire: más cara de hijoputa no se puede tener. Y que conste que lo digo como piropo...

Cojoiden, siempre tuya

domingo, 25 de mayo de 2008

Inconclusiones


No hace mucho ponían un anuncio en televisión (sí, qué pasa, veo la tele, el que no la vea que tire el primer libro de Saramago) de un mega super buga pintón y escandalosamente caro, protagonizado por un mendilla de unos treinta años que aparece en unos parajes donde un argentino empalagoso (valga la redundancia) le dice que está en el lugar de las "cosas que nunca hiciste". Así el chaval ve a la novia que nunca tuvo, el viaje que nunca hizo, etc, hasta llegar a ver el coche super mega fardón, al que ahora, según el anuncio, puede acceder a cambio de hipotecarse hasta los huevos para los restos. Hasta ahí todo normal, pero mira tú por donde, que un día el anuncio me hizo empezar a fantasear sobre cómo sería ese hipotético lugar de las cosas que "yo nunca hice".
Lo que en un principio parecía una simple paja mental hasta que empezase otra vez la peli, resultó abrir un amplio abanico de posibilidades. Porque no es tan sencillo, quiero decir, no bastaría con un lugar, sino que sería todo un país dividido en comunidades autónomas y las comunidades autónomas a su vez en provincias.
Porque vamos a ver, ¿las cosas no las hizo uno porque no las quiso hacer, porque ni siquiera se le ocurrió hacerlas o porque no pudo? El anuncio no lo concretaba, pero yo sí que me lo planteé, y, por consiguiente, le di forma a varias regiones: estaría el lugar de "las cosas que nunca hice porque no me dio la gana" (votar al PP, enrollarme con Menganito o hacerme hincha del atleti, por poner varios ejemplos), el de "las cosas que nunca hice porque ni siquiera soñé con planteármelo" (cantar la traviata o hacerme neurocirujana, así a bote pronto), "las que nunca conseguí hacer aunque intenté con todas mis fuerzas" (como protagonizar una peli, largarme de la casa paterna o ser la esposa de un fiel marido) y, sobre todo, la más propia de mí, la región que seguramente albergaría el noventa por ciento de todos mis actos "la región de las cosas que empecé pero no termino", o lo que es lo mismo, el país de las inconclusiones (bonito nombre para algo tipo el señor de los anillos).
Ya dijo Bécquer que "los suspiros son aire y van al aire, las lágrimas son agua y van al mar, pero, cuando el amor se olvida, ¿sabes tú a dónde va?", y yo amplio la cuestión ¿a dónde van los proyectos abandonados, las cosas que empezamos y no acabamos? ya sea un libro a medio leer (o en mi caso a medio escribir, que es peor) un jersey que quedará para siempre sin mangas o el buen propósito abandonado a mediados de enero.
Menos mal que los niños se hacen en un ratico y del tirón, porque si no al mío seguramente le faltaría algún órgano....
En cualquier caso, lo que sí que terminé fue aquello que empecé de tener esperanza en el futuro.

miércoles, 14 de mayo de 2008

El emperador va desnudo

Seguro que conocen la preciosa fábula de aquel emperador tan vanidoso al que dos pillos vendieron una tela maravillosa que sólo veían los inteligentes. El emperador, por supuesto, no la veía (porque la tela no existía) pero temió que lo tomasen por tonto, así que fingió que la veía. Sus ministros, por supuesto, no la veían, pero fingieron que sí para que el emperador no los echase por tontos. Y así pasaban los días y todos fingían que la veían para no ser tomados por tontos hasta que un niño pequeño, en la calle, chilló: "¡Pero si el emperador va desnudo!", y entonces todos se echaron a reír y el emperador se murió de la vergüenza.
Pues bien, yo, todos los días, cada vez más a menudo, tengo unas ganas furiosas de gritar como ese niño del cuento. Porque a mi alrededor sólo veo emperadores desnudos y gente viendo telas maravillosas donde no las hay para no ser tomados por tontos.
Veo a ese pretencioso director de cine presentando su último bodrio sobre esperpentos absolutamente inverosímiles y todos alabando cómo describe "el universo femenino" y pienso ¡El emperador va desnudo!.
Veo a esa estúpida actriz a su lado, una tía que estará muy buena, no digo que no, y muy follable(seguramente ése es su verdadero mérito), pero que como actriz es un pedo mal tirado. La veo tan profunda, tan intelectual, poniendo morritos mientras demuestra que, además de guapa y buena actriz, es inteligentísima y buenísima persona (como quedó confirmado cuando posó con la madre Teresa y vestida de Chanel) y pienso ¡El emperador va desnudo!.
Veo, u oigo más bien, esos berridos infumables con los que torturan nuestros tímpanos. Veo que un menda mezcla un huevo crudo con tres aceitunas y su restaurante es el mejor del mundo. Veo a esa "periodista" a la que le faltan dos minutos para oligofrénica tartamudear y escucharse mientras habla, como si eso pudiese desviar la atención de su absoluta ignorancia.
Veo que a los putos sádicos torturadores de animales los llaman "maestros".
Veo que la nieta del dictador sale en los programas de corazón y se habla de su vida amorosa.
Veo que una choni que se tiró a un torero cobra 5 veces el sueldo de un médico.
Veo que un espantajo lleno de bótox e hipersiliconado es el ejemplo de mujer "bellísima".
Yo ya soy mayor, y si lo hiciera, todos me tomarían por tonta. Por eso voy a educar a mi hijo libre, para que cuando vea pasar al emperador no tenga miedo de gritar :¡Andá, mami, pero si ese señor va desnudo!