domingo, 20 de diciembre de 2009
Golfita
lunes, 14 de diciembre de 2009
Cosas deprimentes
Los piercing en los labios de los adolescentes.
Los concursos de televisión.
Los programas tipo España directo, Madrid directo, Socuéllamos directo, españoles por el mundo, madrileños por el mundo, vallecanos en las rozas, tu puta madre dando vueltas en la noria, Callejeros, Montañeros, Subasteros.
El reaggeton.
Vivir con tus padres, vivir en pareja, vivir con amigos, vivir solo, vivir.
Las navidades.
Las monjas.
Las cartas del banco en el buzón.
Tener más correos en la carpeta Spam que en la Bandeja de entrada.
Los anuncios de Ferrero Rocher, Mon Chery y Kinder en todas sus variedades.
Los centros comerciales.
La gente positiva.
Los chalets adosados.
Las urbanizaciones.
Mercadona.
Llevar al niño al parque.
El canal 7.
Las revistas "femeninas".
La canción esa del año la tana que repiten cada Navidad, esa que dice eso de "I wanna wish you a merry christmas, feliz navidad, feliz navidad, próspero año y felicidad".
Mi madre, joder, mi madre deprime mucho.
Los pitufos.
La arquitectura social.
Yo.
jueves, 10 de diciembre de 2009
El encanto de lo cutre
Yo soy una gran entusiasta de lo cutre, lo cual no quiere decir que no me guste a veces parecer una princesa. Pero, quede claro, una princesa cutre. Hay personas que siempre tienen un aspecto impoluto (o exhausto como dijo ese gran intelectual llamado Fonsi Nieto). Mi hermano mayor, por ejemplo, siempre está listo para aparecer en la portada de InStile. Son personas cuya ropa de andar por casa es lo que yo me pondría para ir a una boda.
Pero así hay que nacer, no se puede fingir. De hecho, no se debe fingir. Porque eso sí que es cutre, y no de lo cutre que mola. Aunque yo no desearía ser así. Esas personas se pierden uno de lo mayores placeres de la vida, como ya he dicho, sumergirse en la cutrez.
La cutrez es bajar a la calle despeinada y en pijama, con un abrigo por encima a comprar el pan. La cutrez es dormir con una camiseta vieja, rota y manchada de tinte y unos calcetines gordos desparejados. La cutrez es poner la mesa con cinco platos distintos, cinco vasos distintos y usar el rollo de papel higiénico como servilleta. La cutrez es ir a comprar al Lidel (oh, placer de dioses, se me cae la baba de pensarlo) y revolver las ofertas sin ningún pudor junto con un obrero de la construcción rumano, una ecuatoriana que lleva a los niños revoloteando, un par de subsaharianos y un matrimonio de jubilados. Qué bien se siente uno fundiéndose en ese ambiente, con un chándal raído y sin peinar, sin tener que preocuparse de lo que van a pensar los demás porque los demás están en la misma. La cutrez es estar tirado en casa, con una bata boatiné viendo el diario de Patricia y comiendo algo muy poco sano y que engorde mucho. La cutrez es comprarse el perfume en los chinos y regocijarse al pensar que hueles igual que el que se ha gastado cincuenta euros más en él.