martes, 15 de septiembre de 2009

Ay mi Patrick de mi alma


Pobre Patrick, joder. Con lo que yo me metí contigo por horterilla... Porque hortera lo eras, a ver si ahora porque hayas muerto no le vamos a llamar al pan pan...

Pero se ve que hay que perder las cosas para descubrir cuánto nos importan, porque hoy estoy desolada.

Patrick, nos has dejado un poco huérfanos hoy a los de la generación maldita (ya sabes, los hijos de la transición) que hemos crecido con tus películas.

Hoy he recordado aquél día, debíamos estar en séptimo, que fuimos cuatro o cinco a casa de Bibiana y vimos Dirty Dancing por enésima vez y lloramos por enésima vez con la escena del baile final.

Luego llegó Ghost y todos descubrimos cuan interesante podía ser la alfarería y que hay que portarse bien o vendrán los de las sombras...

En Le llaman Bodhi casi no nos fijamos en ti, no nos lo tomes en cuenta, estabas al lado de San Keanu y eso era mucha competencia, querido. Porque tú, sex symbol lo que se dice sex symbol, no lo fuiste nunca. Tú fuiste más bien el amigo majo del buenorro del grupo, el chico de fiar, el que parece un chulillo pero, a la hora de la verdad, es de ley.

Patrick, yo nunca me creí lo de Ghost, ya lo sabes. Yo creo que al cerrar el ojo se acabó. Pero contigo voy a hacer una excepción, a ti te voy a imaginar marchándote hacia la luz.

Que te vaya bien, casi guapo.


martes, 8 de septiembre de 2009

Mariconadas las justas



Estoy viendo por enésima vez todos los capítulos de CSI Las Vegas. He adquirido tal conocimiento de la ciencia forense que estoy preparada para matar y descuartizar a meretriz sin dejar pistas (ups, se suponía que no debía revelar mis intenciones).
Pero no es por esto por lo que me entusiasma el CSI. Tampoco, como pensará más de una mente sucia, por el negrazo que sale, aunque he de reconocer (y eso que yo no he sido nunca muy entusiasta de los negros, excepción hecha de mi amado negroide) que está hasta para plancharle las camisas. Ya lo dijo ese sabio llamado Antuán DJ: "Si yo fuese ese negro no me iba a aguantar ni dios".
Pero no queridos míos, mi verdadera motivación, y los que me leen lo saben, es Grissom. Yo amo a este hombre con todas las fuerzas de mi corazón. Y que quede clarito, no amo a William Petersen sino a Gil Grissom (el que quiera advertirme de que Grissom no existe en realidad se puede ir a tomar por culo, sin acritud). Yo amo a Grissom y siempre lo amaré, y punto.
Podría llenar posts y posts con las genialidades de este hombre, así que resumiré su sabiduría en algo básico "Yo creo en las pruebas". Así es, también lo dijo Cristo "Por sus obras los conoceréis". La peña que diga misa, pero al final somos nuestras acciones y alguien te puede decir que te quiere muchísimo, pero si te trata mal vete planteando que, a lo mejor, no te quiere tanto.
Hoy estoy refranera y ahí va otro "Cuánto te quiero perrito, pero pan poquito".
Se ve que he estado mucho tiempo amnésica, porque se me habían olvidado muchas cosas...
Cosas como que soy una tía cojonuda, que los charlatanes son charlatanes por mucho que reciten a Neruda y que los que ya no quieren a su cónyuge se divorcian. Cosas como que obras son amores y que la gente sin cojones es más dañina que la gente mala. Y cosas como que los príncipes de ojos verdes que lloran escuchando boleros son un coñazo y molan mucho más los caballeros de hercúleos pectorales.
Y también se me había olvidado que yo soy divertida, joder, que por algo soy el alter ego femenino de don Prognato. Y yo escribía cosas graciosas y yo acuñé la frase "Si la vida te da una hostia escribe un post". Y de un tiempo a esta parte me había convertido en un puto coñazo, una plañidera despechada. Pues, como dijo María Jiménez, se acabó (el que quiera puede dar una patada en el suelo).
Ah, y una cosa más, esta princesita no besa más sapos...
Me voy de marcha con el cuerpo de alabarderos.


lunes, 7 de septiembre de 2009

Cojones



Recientemente me han dicho algo que se me había olvidado. Y me lo ha dicho la última persona que hubiera imaginado, por eso sé que es verdad.
Hoy me han dicho que tengo un par de cojones y que la verdad, tarde o temprano, siempre sale a relucir. Es verdad, siempre lo ha sido, pero yo lo había olvidado.
Claro que tengo un par de cojones, son congénitos. Tengo los cojones de mi abuela materna y sus hermanas y tengo los cojones de mi abuela paterna y su hija. Y tengo los cojones de mi madre, que tiene más cojones que todas las demás juntas.
Casi se me olvida. Casi me lo hacen olvidar los últimos acontecimientos de mi vida.
Los cojones grandes, igual que los escrúpulos, son una carga muy pesada. No hacen la vida más fácil, sino todo lo contrario.
Muchas veces he intentado ponerme un suspensorio, atarme los cojones, intentar encogérmelos. Pero no hay nada que hacer. Los cojones se desbordan, rebosan, no se pueden controlar.
Llevaré mis cojones con resignación, ya que me han tocado en la lotería genética con ellos tendré que cargar.
Además, la verdad siempre sale a relucir tarde o temprano. Y la verdad es la verdad, aunque ya no quede nadie para verla... qué cojones.


sábado, 5 de septiembre de 2009

Hombres yo-yó

"Soy un hombre yo-yó, sólo pienso en mí-mí. Además, subo y bajo, pero nunca me mareo, te mareo a ti.
Mi-mi mamá me-me dijo que era el más bonito, y yo me lo creí. Cuánto más me das, más me merezco. ¿Cómo? ¿Que tú también te mereces? Ah, pero ¿estás ahí? No te había visto, es que mirarme el ombligo es tan fascinante...
Estoy arriba, eres la mujer de mi vida. Estoy abajo, vete al carajo. ¿Cómo? ¿Por qué sigues respirando si yo no te quiero? ¿Qué haces con ese que no soy yo? Subo otra vez, quiéreme, mírame, ¿qué haces? ¿para qué me miras? Me agobias, déjame vivir mi vida...
Tienes mucho trabajo, te han despedido, te duelen las muelas, se ha muerto tu abuela... pero yo me voy al gimnasio, no voy a dejar mis cosas por ti.
Tienes las contracciones del parto pero yo estoy harto, no sé si te quiero a ti o quiero a aquélla, es que ahora tú me quieres y ella no, y eso no lo puede consentir un hombre yo-yó. Ahora sí, ahora no, soy un hombre yo-yó"



Querido hombre yo-yó. Te voy a decir un secreto, mi mamá también me dice que soy la más bonita, y a ése se lo dice su mamá, y a aquél la suya... Es lo que hacen las mamás. Cuando tú comes no engordo yo, hombre yo-yó. Si tienes dudas vete al Tíbet a encontrarte a ti mismo y déjame a mi sola con mi mecanismo.
Y ahora atiende un momentito, que mi amigo Marcial (Ruiz Escribano, para serviros) te va a dar un recadito:



miércoles, 2 de septiembre de 2009

Al ladrón

Me voy ahora mismo a comisaría a poner una denuncia. No me había dado cuenta pero me están robando. Me están robando los años, poco a poco, de forma muy sutil, pero yo tenía mucha vida y cada vez tengo menos. ¿Dónde está la que me falta? ¿Quién se la ha llevado?
Qué detengan ahora mismo a ese ladrón que actúa impunemente y con alevosía, dejándonos sin sueños ni esperanzas. Ya que está que se lleve también los recuerdos, que se lleve la nostalgia. Que se lleve el nudo de angustia y la desesperación...
Al ladrón, que lo lleven preso, que me diga qué ha hecho con todos estos años, con todas estas ilusiones, con la ingenuidad.
Al ladrón, no hay derecho a apropiarse así de lo ajeno, del corazón, de las ganas de vivir, de los proyectos, del futuro.
Parece que fue ayer, yo todavía creía en los príncipes de ojos verdes, que los polis eran los buenos, que había una oportunidad...
Al ladrón, decidle que venga y que se lleve también las palabras de amor de los charlatanes baratos que recitan poemas de Neruda y te llevan a ver puestas de sol, que se lleve las lágrimas de cocodrilo de los chicos sensibles, que se me lleve a mí, de una vez por todas.
Al ladrón...