viernes, 22 de febrero de 2013

La purga de Benito

Los que me lean de vez en cuando ya sabrán cuánto admiro a mi abuela y cuánto me gusta citarla. Pues hoy voy a hacerlo una vez más. Cuando estábamos malitos y nos daba algún remedio para ello y nosotros, sin haber dejado transcurrir el tiempo necesario para que el proceso siguiera su curso, nos quéjabamos de que seguíamos sintiéndonos mal, ella nos decía siempre "A ver si te crees que es la purga de Benito, que no se la había tomado y ya le hizo efecto"
Vivimos, por desgracia, en la era de la purga de Benito. Todo es rápido, todo es ya, todo es sin esfuerzo...
Se adelgaza comiendo cochinillo y en tres días, se aprende sánscrito en dos tardes (en tres ya llegas a bilingüe), en cofiplis y similares te dan el dinero a la de YA para tus caprichitos. Por cierto, siempre me he preguntado si luego te mandarán un Valodia para que te parta las piernas si no pagas, pero eso es otro tema.
El caso es que ahora sólo respondemos a la gratificación inmediata y lo que no funciona a la primera lo abandonamos decepcionados.
Vivimos en la ciudad, vamos al supermercado y compramos tomates. No hemos pasado por el proceso de plantar la semilla, regarla, cuidarla, esperar a que la tomatera crezca, dé flor en primavera y esa flor se transforme en un jugoso tomate de esos que nosotros, según mi madre, ni hemos catado ni cataremos.
En las páginas de ligoteo de internet la gente te envía el primer mensaje pasándote el correo, el teléfono, el facebook y todo lo que haga falta para que lo contactes inmediatamente, quedar y follar todo es uno. Lo de escribirse, cortejarse, ponerse mil veces nervioso, elucubrar, imaginar... eso ya no se estila. Todo eso viene después del primer polvo, queremos levantarnos una mañana teniendo en la cama una pareja de seis años de relación, sin darnos cuenta de que, para ello, hay que invertir ni más ni menos que seis años.
Vivimos en la era de los 140 caracteres, la entrega en 24 horas, el doble check inmediato. Hemos perdido uno de los más maravillosos y agridulces placeres: esperar.
Por consiguiente, como todo ha de ser inmediato, asumimos que lo que no sucede inmediatamente nunca sucederá. Y la mayor y devastadora muestra  es el estado en el que se encuentra España, la cual ostenta el dudoso honor de tener  los políticos más cortoplacistas del mundo. Todo lo que no ha de dar mucho dinero y muy rápido no merece la pena. Hay que estudiar ADE y másters MBA, para ver rápido dónde está el negocio. Lo de ser biólogo y aspirar a encontrar la cura de algo es de progres trasnochados. 
Y lo peor de todo: queremos que con protestar una vez nos hagan caso. Vamos a UNA manifestación y decimos "no sirve para nada". Y es verdad, una no sirve para nada, al igual que no sirve para nada ir un día a la universidad, una abdominal o regar una planta una vez. Es el acto repetido lo que marca la diferencia, la insistencia, el tesón. La paciencia. Eso que hemos perdido, eso que necesitamos, por encima de todas las cosas, recuperar.
Porque las manifestaciones no son, como diría mi abuela, la purga de Benito, que no se la había tomado y ya le hizo efecto.
Y menos aun cuando se está tan enfermo como lo está nuestro país.