martes, 18 de agosto de 2009

Sueños

Soñé que debía correr pero las piernas no me respondían.
Soñé que entraba en el metro y habían cambiado todas las estaciones de sitio.
Soñé que llegaba tarde a trabajar.
Soñé que necesitaba llamar a alguien y el móvil no funcionaba.
Soñé que tenía que hacer el equipaje y no conseguía guardarlo todo.
Soñé que estaba de vuelta en la universidad, tenía exámenes y había faltado a clase los dos últimos meses.


Soñé que mi hijo se me moría.
Soñé que un perro rabioso me atacaba.
Soñé que mi novio me ponía los cuernos.
Soñé que se los ponía yo a él.


Soñé que me maquillaba de forma exagerada.
Soñé que alguien fumaba delante de mí.
Soñé con bichos.
Soñé que quería decir muchas cosas y la voz no me salía.
Soñé que conducía en dirección contraria.

Soñé que participaba en orgías.
Soñé con casas con innumerables puertas que conducían a innumerables estancias.
Soñé que era lesbiana.
Soñé con cuartos de baño.
Soñé con supermercados llenos de comida.

Soñé que volaba.
Soñé que cogía un tren.
Soñé que cogía un avión.
Soñé que me bañaba en el mar.

Soñé que me moría...

El psicoanalista me dijo que los primeros sueños reflejan ansiedad, los segundos miedo al fracaso sentimental, los terceros falsas amistades e impotencia para gobernar mi vida, los cuartos frustración sexual, los quintos deseos de escapar y el último la necesidad de renacer.

Así que antes pensaba que podría tratarse de malos presagios, pero ya he descubierto que soy ansiosa, insegura, pusilánime, frígida y fóbica.

Me quedo más tranquila.

domingo, 16 de agosto de 2009

Ese momento



Que la vida es una puta mierda como un piano de cola lo sabemos todos desde bien tempranito (yo creo que más o menos desde ese día en que nos enteramos de lo de SSMM de Oriente) lo que pasa es que la mayor parte del tiempo se nos olvida. Si no, no podríamos vivir.
Cada uno se las apaña como puede para olvidar esta gran verdad: autoengaño, telenovelas, fútbol, sertralina, alcohol, tabaco y otras drogas... y, cómo no, el amor. La mayor falacia de todas.
Luego, en el momento menos pensado, la vida se nos muestra desnuda, en lo que es. Y nos llevamos el batacazo y recordamos, "Joder, que la vida era esto", y nos queremos morir.
Menos mal que estamos bien programados, para vivir a toda costa, y nuestro cerebro pronto vence las ganas de morirse con un nuevo autoengaño. Siempre es así. Siempre se vuelve uno a enamorar, eso dicen, eso he dicho yo siempre.
Lo que ahora me preocupa es si con esto del amor no pasará como con el cuento del pastor mentiroso y, a fuerza de decir que viene el lobo, llegue el momento en que ya no nos creamos nada más. Y que, por más que el cerebro lo intente, ya no pueda engañarnos. Si realmente existe ese momento, creo que el mío ya ha llegado.
Gracias a los que lo han hecho posible.
La última frase, lo digo por si hay tontos leyendo, iba con ironía.



jueves, 6 de agosto de 2009

Universos paralelos



Los que hemos crecido con la saga de Regreso al Futuro somos muy tendentes al onanismo mental con eso de los viajes en el tiempo y las paradojas que se sucederían de una cita con tu abuela adolescente. ¿Quién no ha deseado alguna vez poseer una máquina del tiempo? Para descubrir el futuro, para asistir personalmente a algún acontecimiento histórico, para desvelar misterios pretéritos... pero, sobre todo, para enmendar los errores del pasado.
Yo soy de las que cree que hay múltiples dimensiones (y esto no lo creo desde un punto de vista esotérico, sino científico) y que cada decisión que tomamos provoca una ramificación en la línea espacio- tiempo creando tantos universos paralelos como alternativas de elección existan para dicha decisión. Si Fulano Pérez decide tomarse el helado de chocolate en lugar del de fresa se crea automáticamente un Fulano Pérez paralelo que eligió el de fresa en vez del de chocolate, con todo lo que eso conlleve. Dos universos surgidos de decisiones tan nimias presentarán pocas diferencias entre sí, o al menos eso sería lo esperable, pero a veces se toman en la vida decisiones trascendentales, decisiones que se constituyen en puntos de inflexión. Si, con el tiempo, esa decisión resulta más o menos acertada, si somos más o menos felices es poco probable que pensemos en las otras alternativas que descartamos, pero si somos infelices vendrá la nostalgia, y, con ella, el deseo de tener una máquina del tiempo.
"Si yo hubiera..." la tercera condicional del idioma español, la hipótesis imposible. Se llama así porque, como su propio nombre indica, es una conjetura que jamás se podrá poner en práctica, y no se podrá poner en práctica, sencillamente, porque es algo que ya ha ocurrido. Y el pasado, a no ser que tenga uno el DeLorean de Doc, no se puede cambiar.
Igual que hace Martin McFly, que regresa para impedir que Doc sea asesinado, todos querríamos poder volver al momento en el que, desde nuestro punto de vista, tomamos la decisión equivocada. Craso error. Es imposible saber si la decisión fue equivocada. Y es imposible porque cuando decidimos nos quedamos sólo en uno de los universos y no podemos ver los demás, de modo que no sabemos cuál de ellos es el mejor.
Sin embargo, a veces hay fallos en el sistema. A veces se produce una fisura en la membrana que contiene nuestro universo y, aplicando a ella el ojo como un mirón, podemos atisbar lo que ocurre en el universo paralelo. A veces podemos ver, por un momento, como sería nuestra vida de haber tomado otra decisión.
No hace mucho he estado en Londres, por primera vez en mi vida. De la ciudad no diré nada que de eso ya se encargan las chopocientas mil guías que se han escrito sobre ella.
Lo que quiero contar es que allí, justo allí, en Mile End, yo encontré una fisura en la membrana del espacio-tiempo.
Durante la semana larga que permanecí allí, me dediqué oficialmente a ver museos y monumentos, pero en realidad no hice otra cosa que fisgonear en mi universo paralelo.
Ojalá no lo hubiera hecho...
Yo creía que sí, que tomé la decisión correcta, y, con la poca sensatez de que dispongo, aún lo pienso.
Pero entonces ¿por qué ahora daría cualquier cosa por tener una máquina del tiempo?