lunes, 24 de noviembre de 2008

Tu corazón

Hoy me apetece escribirte esta carta. Muchos la encontrarán cursi o sensiblera, a otros seguramente les ofenderá. Pero yo necesito escribirla.
Te quiero mucho hijo mío. Me das malos momentos y me dificultas muchas cosas, pero es una maravilla tenerte. Eres un cachondo mental, me río mucho contigo. Tus besos me bastan, me sobran, me desbordan. No necesito a nadie más.
Nadie va a negarme tu corazón, nadie va a decirme que no existía, que no importaba. Un corazón de cinco semanas que ya latía, que sigue latiendo y no se detendrá hasta el día de tu muerte.
No se ha detenido, no ha sido cambiado por otro. Si yo hubiera decidido detener ese corazón cuando sólo tenía cinco semanas (algo perfectamente legal y aceptado por nuestra sociedad) hubiese sido igual que si lo detuviese ahora, pero si lo hiciese ahora me encarcelarían y todos me verían como un monstruo. Pero yo no entiendo la diferencia: es el mismo corazón, con el mismo genoma en cada una de sus células. Un genoma resultante de la unión de un espermatozoide de papá con un óvulo de mamá, pero no de cualquier espermatozoide ni cualquier óvulo, sólo aquéllos. Mamá y papá podrían volver a hacer el amor millones de veces más (cosa, por otra parte, imposible, pero ésa es otra historia), tener veinte hijos más y ninguno de ellos serías tú. Ese genoma ya nunca se produciría.
Ese corazón, tú corazón, es único e irrepetible. Y lo era ya cuando sólo tenía cinco semanas.
¿Cuándo se ha convertido el aborto en una medida higiénica similar a un corte de pelo?
¿Por qué tantas y tantas buenas personas, personas con nobles sentimientos, que sienten dolor ante el sufrimiento ajeno, lo consideran una "solución" aceptable? El hecho mismo de considerarlo una "solución" es ya curioso, pues denota que identifican la venida al mundo de una nueva persona como un problema.
En el momento en el que consideramos aceptable asesinar a una persona de cinco semanas se acorta la distancia que nos separa de considerar aceptable la eliminación egoísta de cualquier persona.
Deshagámonos de todo lo que nos estorbe. De todo lo que nos impida seguir con esta orgía de consumismo y superficialidad que llevamos años celebrando en Occidente. Que queden sólo los adultos jóvenes, más aún, sólo los hermosos. Cuerpos perfectos, sanos y dorados que copulen sin fin, sin sentimiento, sin consecuencias, sin cesar.
Cariño mío, tú sabes bien que tu mamá es atea. Atea y roja. Es más, tu mamá no soporta las religiones, no cree en la culpa ni en el castigo.
Pero nadie puede negarme tu corazón. Nadie puede decirme que no existía, que no importaba.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Pensar en postsitivo



Me dice la experiencia que cuando uno anda entre dos opciones suele decidirse por una tercera que surge de repente, sin avisar.

El adúltero que no se decide a dejar a su mujer por la amante, ni a su amante por la mujer, se termina marchando con un chica de la que ni su mujer ni su amante conocían la existencia, las mujeres hartas de ser gordas y de vivir a dieta se convierten en campeonas de culturismo, y el que duda entre dedicarse a la prostitución o al proxenetismo acaba de informático.

Ya lo dice el dicho, tirar por la calle del medio, que, cuando uno no sabe qué hacer, suele ser la opción más sensata...

Así andaba yo, debatiéndome entre mi naturaleza negativa y las corrientes modernas del pensamiento positivo, corriendo de un lado para otro como pollo sin cabeza.

Empezaba una relación, por ejemplo, y ya lo veía todo negro: "esto no va a durar, este tío no es de fiar, etc..." entonces venía alguien cargado de buenas intenciones y me plantificaba un libro de autoayuda, tipo "Mis zonas erróneas", "El alquimista" o alguna soplapollada de Jorge Buckay. Entonces yo me esforzaba en visualizarlo todo de color de rosa: "esto será para siempre, es el hombre de mi vida, etc...". Y, claro, cuando al final el tío demostraba ser un mindundi, me llevaba unos disgustos que para qué.

Entonces, un buen día, descubrí el universo bloguístico y mi vida cambió.

Ya no hace falta pensar en negativo ni pensar en positivo, basta con pensar en postsitivo. ¿Que la vida te da una hostia? Escribe un post.

De los momentos trágicos ríete. Escribe un post. Que los demás también se rían. Es la forma de reciclaje más divertida que conozco: los envases al amarillo, el papel y el cartón al contenedor de papel y cartón, el vidrio al vidrio, con la basura orgánica hacemos compost, y con la mierda cotidiana... hagamos un buen post.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Soderfrojen

Antes de nada, y por si algún germanoparlante está leyendo, debo aclarar que esta palabra en realidad se escribe schadenfreude, pero, al igual que me pasó con Coohagen, cuando el padre de mi hijo me la dijo por primera vez mis orejas, atrofiadas por la fonética para vagos del español, oyó soderfrojen y para mí siempre se dirá así.
La soderfrojen es una palabra maravillosa. Ya se sabe que los alemanes saben mucho de eso de joderle la vida al personal y de disfrutar con ello, así que es lógico que su lengua disponga de esta maravillosa palabra que significa "sentir alegría ante la desgracia ajena" (si señores, los teutones son los amos, una vez más queda demostrado).
Dicen los alemanes que la sordenfrojen es la alegría más bella, puesto que es la única alegría sincera...
Hay que merengarse con los tudescos, qué mala baba se gastan, y encima con razón, porque el que no haya sentido la soderfrojen que tire la primera piedra...
Hagan un ejercicio de sinceridad conmigo, que no se lo voy a decir a nadie, piensen en la siguiente situación: usted se despierta a las 8 de la mañana, se da cuenta de que es sábado y puede seguir durmiendo.
Introduzcamos un matiz: usted se despierta a las 8 de la mañana, se da cuenta de que es sábado y puede seguir durmiendo, mientras se acurruca bajo la manta oye cómo su compañero de piso se levanta para ir a trabajar.
¿Cuál de las dos situaciones es más placentera?
No hace falta que conteste, la respuesta la saben hasta los negros de Uganda.
Ser guapo es un placer porque hay feos. ¿Se imagina usted un mundo donde todos fuéramos como el negro del CSI? Pues vaya mierda... ¿o no?
La soderfrojen es la leche, yo he visto a gente retorcerse literalmente de placer al sentirla. Hay momentos de soderfrojen gloriosos: encontrarse con el guaperas del instituto y ver que se ha quedado calvo, cuando a tu ex novia que te trató tan mal la dejan plantada en el altar y se piran con su mejor amiga, cuando a tu vecino el del Mercedes se le lleva el susodicho la grúa... y así hasta el infinito.
Pero la soderfrojen definitiva es ver que, después de que todos los que usted conoce se han entrampado hasta los colodrillos para comprarse un piso y usted no pudo, ahora los pisos valen diez kilos menos. ¡Eso es de orgasmo múltiple!
No, si todavía los bancos nos van a dar alguna satisfacción...