lunes, 30 de junio de 2008

El fútbol es así

Imaginemos la siguiente situación: un día un tío más feo que picio consigue tirarse a un pivón calibre Elsa Patacky, por ejemplo. Enfervorizado y en el cúlmen de su satisfacción sale a la calle a las tantas de la mañana, en día laborable, y recorre las calles tocando el claxon sin parar, explota petardos, destroza papeleras a patadas y va chillando como un loco. Los vecinos a los que no deja dormir llaman a la policía y un amable agente le para los pies. Él le dice que ha mojado y tiene que expresar su inmensa alegría y lo que consigue es acabar en el calabozo por resistirse a la autoridad.

Vamos a introducir un pequeño matiz en la situación: un día el equipo del cual este tío es hincha gana un partido. Enfervorizado y en el cúlmen de su satisfacción sale a la calle a las tantas de la mañana, en día laborable, y recorre las calles tocando el claxon sin parar, explota petardos, destroza papeleras a patadas y va chillando como un loco. Los vecinos a los que no deja dormir se joden y van al trabajo al día siguiente sin haber podido pegar ojo. El fútbol es así.

Pongamos otro "poner": un grupo de admiradores de Woody Allen, ya he dicho que es un poner, salen extasiados del cine de ver su última película, ha sido una experiencia tan catártica y trascendental que no pueden irse tranquilamente a tomar una cerveza y comentar los preciosos planos y el bien llevado ritmo narrativo, necesitan algo más radical. Se bañan en una fuente pública y trepan por una estatua provocándole costosos daños que serán sufragados por los fondos públicos, además se dan de hostias con los admiradores de George Lucas. Son detenidos por vandalismo.

Pequeño matiz: un grupo de hinchas de la selección salen extasiados del estadio de ver su último partido, ha sido una experiencia tan catártica y trascendental que no pueden irse tranquilamente a tomar una cerveza y comentar los preciosos pases y el bien llevado ritmo de juego, necesitan algo más radical. Se bañan en una fuente pública y trepan por una estatua provocándole costosos daños que serán sufragados por los fondos públicos, además se dan de hostias con los seguidores de otra selección que han venido del extranjero para la ocasión. Cuando se cansan se van a dormir la mona tranquilamente. El fútbol es así.

Mi vida es una puta mierda por muchos motivos, pero ayer me llevé un pedazo de alegrón pensando en lo por culo que le tuvo que dar a mi ex (es alemán) la victoria de España.

El fútbol es así.

miércoles, 11 de junio de 2008

Soy maaaaloooo

Aunque las corrientes modernas abogan por que no hay nadie completamente bueno ni completamente malo, y que todos podemos ser lo uno o lo otro dependiendo de las circunstancias, lo cierto y verdad es que, desde pequeños, hemos sido educados en la creencia de que unos eran "los buenos" y otros "los malos". Luego está lo que cada uno considere como bueno o malo, que esa es otra...
Cuando Prognato era Prognatito, aparte de ser rico para comérselo (pero claro, qué va a decir su hermana mayor...) tenía el mundo muy bien estructurado. Era Prognato un niño como para escribir dos novelas con sus anécdotas, pero voy a ceñirme a los hechos o no hablaré de lo que nos ocupa. Él sabía muy bien que en la Guerra de las Galaxias, por ejemplo, Luke y Leia eran los buenos y Darth Wader el malo. Siempre que se contaba una historia en la cual se pudiese intuir una confrontación hacía, invariablemente, la gran pregunta: "¿Y quiénes ganaron los güenos o los malos?". Un día estaba mi abuela contando tribulaciones de la Guerra Civil y Prognato, cuando comprendió que se hablaba de una contienda, dijo: "Abuelita ¿estás hablando de una película?", "No hijo" contestó la abuela "fue de verdad, en España" y entonces Prognato hizo su pregunta estrella: "¿Y quiénes ganaron los güenos o los malos?", a lo que mi abuela (que no en vano era de mi familia) respondió: "Los malos, hijo, los malos". Nunca olvidaré los ojos desorbitados del pobre niño cuando oyó aquello. Ese día fue la muerte del cándido infante que una vez asó a Darth Vader en la máquina de hacer palomitas por malo; ese día, supongo, comprendió que algunas de las cosas que nos contaron no son ciertas, sin ir más lejos, eso de que al final siempre triunfa el bien.
Yo creo en la maldad, igual que creo en la bondad. La maldad, el mal por el mal, sin otro objetivo que hacer daño. Eso existe. Yo lo he visto, lo he sentido, lo he comprobado. Aunque también está el malo arquetípico, el malo de la ficción, el malo que nos gusta, porque mola más que el bueno, que, la verdad sea dicha, da así como grima.
Hay malos que quedarán para siempre en nuestro recuerdo: J.R, Ángela Chaning, Diana la de V (ay, madre, que se me notan los años), malos malísimos que nos admiraban por cómo le jodían la vida a la gente, con esa eficacia, con ese glamour, y que, si se llevaban un palo, sabían renacer de sus cenizas cual ave Fénix.
Hay malos que no son tales, sino rebeldes porque el mundo los hizo así, y con un poquito de amor toman el buen camino. Ahí tenemos, para muestra, a Dylan, el de Sensación de vivir.
Hay malos que empiezan siendo buenos y un buen día dan la cara, de estos hay a patadas en las películas de los sábados sobremesa: el marido encantador que luego es maltratador, la niñera pederasta, la compañera de piso psicópata...
Pero entre todos mi preferido, mi malo idolatrado, es y siempre será Cojoiden (quien quiera puede corregirme argumentando que se dice Coohagen), el malo de "Desafío total", película mítica entre las míticas, que tiene material para estar en un orgasmo bloguistíco sin fin. Cojoiden es el malo que putea a Swarzenegger (quien quiera puede decir que no se escribe así), y que luego resulta que era su amigo antes de que perdiera la memoria y en realidad está conchabado (oh, qué hermosa palabra) con su yo anterior.
Y si alguien no está de acuerdo conmigo que mire, que mire: más cara de hijoputa no se puede tener. Y que conste que lo digo como piropo...

Cojoiden, siempre tuya