miércoles, 17 de marzo de 2010

Zombie

Me levanto, me ducho, desayuno, salgo de casa, cojo el autobús, cojo el metro, cojo el autobús, llego al trabajo. En el metro leo, escucho música, la gente me mira, miro a la gente. En el trabajo saludo, sonrío, me río, me enfado, comento, me concentro, voy al baño, tomo café, recojo el correo, hago una presentación para mi jefe. A la hora de la comida salgo, como, comento que está rico o que no está rico, pago, me lavo los dientes, vuelvo a trabajar, hablo de trivialidades, arreglo el mundo, me cago en Aznar, me cago en Zapatero, me cago en Aguirre. Correo, llamada, mensaje, llamada, correo. Broma, ofensa, perdón, qué bueno está ese, por dios qué antipático, tengo sueño, qué bien ya es viernes, qué horror de lunes.
Todo es normal.
Sólo yo sé de este dolor. El dolor sordo y constante. El dolor que no cesa. La paradoja de estar muerta y, sin embargo, no poder dejar de sentir este dolor.

5 comentarios:

Melamachaka dijo...

Ello, sabe qué tiene
el alma sin tu cuerpo, porque ello tiene tu alma; nada tiene ella y sin él nada el ello.

Pero tu cuerpo vaga sólo, gastando tu dinero y tu tiempo.

S.V. dijo...

¿En tu relato de lo cotidiano no está tu hijo?

S.V. dijo...

Hablaba de tí, de nadie más. Pero perdona si te he molestado. No era mi intención.

cojoiden dijo...

los momentos relacionados con mi hijo son los únicos en los que no siento ese dolor

cojoiden dijo...

no me has molestado, lo que me molesta son los comentarios anónimos de personas que, evidentemente, me conocen