miércoles, 7 de marzo de 2012

Rojo oscuro, casi negro

Hoy me apetece divagar, hablar un poco de todo lo que me pudre el alma.
¿Por qué soy de izquierdas? Es una pregunta que me hago mucho últimamente. No lo puedo contestar escuetamente. Lo que tengo claro como la luz del día es que lo soy de nacimiento.

No hace mucho leí que estaba más o menos aceptado científicamente que la ideología política se lleva en los genes. Tiene sentido. Si el carácter se lleva en los genes también ha de llevarse la ideología política, siendo, como creo firmemente que es, un rasgo de la personalidad.

No entiendo a la gente que se declara apolítica, que dice no tener ninguna ideología. Sinceramente, no me lo creo. Todos tenemos una ideología, puesto que una ideología responde a una serie de principios éticos y todos los tenemos. Hasta el que tiene por principio actuar siempre y sólo en su propio beneficio, hasta el que tiene por principio cambiar de principios según le convenga, hasta el que tiene por principio seguir gregariamente a la manada. Todo eso no dejan de ser principios, normas internas que seguimos. Todos tenemos una ideología y esa ideología se inclina a la izquierda o a la derecha. Eso es así. Lo que ocurre es que cuando se habla de ideología siempre salen a relucir los partidos, los estados, los países, y eso es otra cosa. Yo hablo de la ideología, no de las personas que pretenden representarla.

Yo creo que de derechas o de izquierdas se es de forma involuntaria, natural. Yse muestra en los actos, no en las palabras. Una persona, para mí, es de izquierdas cuando me lo demuestra con su comportamiento, no cuando dice que lo es. Así, he conocido personas de izquierdas que creían ser de derechas y personas de derechas que decían ser de izquierdas. Lo que me reafirma en la constatación de que la cultura política es desastrosa, llena de mitos y profundamente corrompida.

Encuentro muchos obreros que votan a la derecha, que se declaran de derechas, pero lo que luego demandan es la izquierda. Cuando el jefe, el gobierno, la sociedad en general, exhibe comportamientos de derechas estas gentes protestan indignadas, "qué poca vergüenza, qué hijos de puta, no hay derecho", "pues ¿qué pensabas que era la derecha?" les contesto siempre yo.

Con mi compañera y sin embargo amiga Chispita (su nombre real ha sido cambiado para preservar su intimidad) se obró el milagro. Cuando la conocí, ella, una mileurista sin estudios universitarios que vive con sus padres en un barrio obrero de Madrid, se declaraba de derechas. En un principio, como siempre me pasa en estos casos, asistí a esto con una mezcla de indignación, perplejidad y tristeza, pero pronto descubrí que lo que le ocurría era sencillamente que estaba profundamente desinformada. Chispita era y es una bellísima persona: solidaria, empática, con un sentido de la honradez y la justicia fuera de normal. Desgraciadamente, tenía en su cabeza un revoltillo de mitos y cuentos para asustar niños sobre la izquierda impresionante. A medida que nos fuimos conociendo constaté que todas sus opiniones coincidían al 99% con las mías, o sea,  eran totalmente de izquierdas, al igual que su comportamiento en el trabajo, con los compañeros y en general. Un día le lancé la inevitable pregunta "¿Pero tú estás segura de que eres de derechas?" a lo que ella me respondió "es que soy realista y la izquierda es una utopía". Le expliqué que lo que me decía era tan absurdo como  si todos nos suicidásemos porque vivir para siempre es una utopía, así que ¿por qué seguir? Ese día, como mínimo, le hice pensar.
Más tarde, poco antes de las elecciones generales, Chispita contestó un cuestionario para saber qué partido respondía mejor a lo que ella quería y acabó votando a Equo (el cual le salió con un 100% de compatibilidad), un partido inequívocamente de izquierdas.

Ahora es cuando las voces indignadas de los españoles "de bien" me gritan "¡No es justo, estás equiparando ser buena persona con ser de izquierdas, como si todos los de derechas fueran malos!"
Pues lo siento mucho, pero en cierto modo es así. Una persona puede ser de derechas por uno de estos tres motivos (al menos uno, que también pueden ser los tres a la vez): es egoísta y le importan una mierda los demás, es estúpido y/o está manipulado o mal informado. El caso de Chispita, que ni es egoísta ni estúpida pero estaba mal informada, demuestra esta teoría.

Si encontráis una sola persona que sea generosa y justa, inteligente y culta y sea de derechas presentádmela. No la encontraréis. Os lo garantizo.

Yo no digo que yo sea una buena persona (si lo fuera seguramente no tendría tanta facilidad para desearle todos los males del infierno a Esperanza Aguirre o Aznar), pero os aseguro que lo intento con todas mis fuerzas. Creo que tonta no soy (al menos no lo suficiente como para no darme cuenta de cuál es mi bando)  y, desde luego, estoy informada, puesto que procuro siempre picar de todos lados y sacar mis propias conclusiones.

Pero la principal razón por la que soy de un rojo oscuro, cada vez más oscuro, casi negro, es esta rabia. La rabia que me impide y me impedirá siempre aceptar que "siempre habrá ricos y pobres" y que "es lo que hay", que me impide aceptar que el mundo es como el Titanic y los que van en primera clase tienen más derecho al bote salvavidas que los de la bodega.
La rabia me hace seguir caminando hacia ese horizonte que es la utopía, aun a sabiendas de que nunca lo alcanzaré.

Pero no por eso voy a dejar de caminar.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo creo que necesitas introducirte un tiempo en un nucleo de izquierdas; de aquellos que se consideran socialistas científicos.

Entonces, como inteligente que eres te decepcionarías.
Lo mismo pasa si estuvieras cerca de la derecha.

Con lo cual, las personas que dicen no pertenecer a ninguna ideología son los más inteligentes, porque sin estar en ningún lado intuyen la verdad de cada uno.

Es lo que me decía mi profesor sobre la psicología popular: "nunca subestimes a la sabiduría popular, puede sorprender al mejor investigador social".

Pero por otra parte, yo me he emocionado leyendo a Engels (quien pueda leer a Marx enhorabuena), me impactó su inteligencia y como describe el origen del capitalismo: la familia. Y el origen del socialismo utópico: la tribu.

Después de leer a Frans del Vall, me emocioné también: ¿Donde está la diferencia entre la vida social del hombre y la de los chimpancés?¿Dónde está el bien y el mal humanos?.

De aquí deduzco: tú quieres vivir en una tribu... y eres una mona muy mona :).

cojoiden dijo...

es que yo hablo de las ideas, no de las personas que dicen seguirlas. Es como la bondad, no la tienen todos los que creen y afirman tenerla, sino los que lo demuestran con sus actos.
eres lo que haces, no lo que dices

cojoiden dijo...

y sí, creo que la tribu es el medio social y familiar perfecto para el ser humano. La tribu matriarcal, para ser exactos, en la que vivía el hombre neolítico, es lo que nos hace fuertes y libres y nos da calidad de vida y salud mental y emocional, no como este individualismo, esta cultura del "sálvese quien pueda" que nos tiene enfermos y mutilados en beneficio de unos pocos

Anónimo dijo...

Te entiendo, yo era como tú, pero he conocido a los que demuestran ser lo que dicen y por eso mismo desconfío de ello.

Así que la ideología política es un constructo mental idéntico al de la religión y responde a la impotencia que tenemos a causa de un trauma pasado y que nos hace vulnerables el resto de nuestra vida. Hay un "hueco" en la mente, quizás lo que Freud llamaba neurosis, que necesita ser alimentado para que la propia mente sobreviva a ese trauma. Ahí es donde la religión, las ideologías e incluso obsesiones de todo tipo son absorbidas y se convierten en nuestro motor, nuestro leit-motiv.

Después el psicótico perverso se da cuenta de que a través de los "valores" de esa ideología puede manipular a los demás, entonces obtiene el poder fácilmente gracias al fenómeno de la neurosis colectiva. La ideología se encarna en un ser supremo que hará que se consoliden esos valores para que nunca más tengamos que temer nada de nadie.

Y es que creo que al final todo es cuestión de tener o no tener miedo, y nuestra memoria, como sabes, nos tortura recordándonos lo mal que lo pasamos cuando alguien nos dejó sólos o sentimos algún sufrimiento.

Tú escribes por miedo, lo haces cada vez que el hueco se vacía y lo llenas de ideología y esperanza.

Estoy de acuerdo, al menos teniendo en cuenta lo que sabemos de matriarcados, que ese tipo de sociedad parece más feliz, más avanzado socialmente, hay más sexo con amor y los niños no se quedan sin padre, sino que tienen varios, algo de lo que yo disfruté y es beneficioso.

Hoy queda algún matriarcado asiático, el problema es que las mujeres están dejando el pueblo atraídas por la ciudad y la modernidad (trabajo sin esfuerzo, zapatos, joyas, vestidos...). Algunas se prostituyen para poder tener las cosas que tienen las mujeres casadas de la ciudad.

Los hombres tienen entonces que trabajar más porque esas mujeres ya no se conquistan con una mirada, además hay que tener un coche y una paga.

De todos modos, en los matriarcados la mujer trabajaba mucho más que el hombre, posiblemente como ahora llevaba la producción agrícola.

Pero es precisamente el capitalismo patriarcal lo que ha permitido que la mujer tuviera más tiempo libre, otra cosa es que unas mujeres lo gasten en las telenovelas o el shopping y otras estudien. Y por supuesto siempre está el hombre que quiere que su mujer no haga nada de nada y además la convence de que eso es una suerte.

Si vieras un matriarcado de cerca no te gustaría, estoy seguro. Pero siempre puedes diseñar el tuyo, si me gusta me apunto.

Y termino...

Después de aceptar la magnífica exposición de la teoría del "gen egoista", creo que simplemente es la sexualidad la que modula el tipo de economía que tenemos, ya que el hombre hará una cosa u otra dependiendo de lo que pida la mujer a cambio de su cuerpo.

Si bien la manera de acceder a esa sexualidad es la que tiene que estar bien modulada por las madres con el objeto de que los hijos aprendan a amar a las mujeres al mismo tiempo que su madre se desapega de ellos, siguiendo ese espíritu matrialcal como base social.

Para terminar, sospecho que el "hueco" es para siempre, por eso hay que saber que metemos en él. Esto es lo más importante.

Un brazo.