jueves, 4 de junio de 2009

Un segundo



A veces cosas que han permanecido invariables durante años cambian en un sólo segundo. Es una ráfaga que lo barre todo. La gota que colma el vaso.
En un segundo nos damos cuenta de que estamos enamorados y en un segundo, también, dejamos de querer.
En un sólo segundo las cosas se transforman y lo hacen de manera irreversible.
Un segundo, lo que se tarda en darse cuenta de que no se debería haber dicho lo que se ha dicho.
Un segundo, lo necesario para que algo en el cerebro salte y nos percatemos de que ya nada volverá a ser igual.
Un segundo, el encuentro del espermatozoide y el óvulo.
Un segundo, nuestro último aliento.
Podemos querer a alguien durante mucho tiempo y en un sólo segundo dejarle de querer. Es ese segundo decisivo en el que, después de haber soportado todo lo soportable e insoportable, todo se viene abajo. El segundo en el que uno piensa "Se acabó".
Y el amor desaparece, todo el amor, se esfuma.
Y eso, ya, es irrevocable.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lorena, si ese segundo ha sido en las últimas 24 horas, lo siento. Si es memoria emotiva, estoy de acuerdo.
Acabo de llegar y buscarte fue lo segundo que hice. En un segundo, lo segundo que hice fue en "un segundo" opinar el primero.
Un veleidoso jueguecito de palabras para que en un segundo se te escape media sonrisa. Me gusta mucho tu blog, lo que das de vos.

Anónimo dijo...

yo a lo del segundo entre el espermatozoide y el ovulo lo llamo eyaculacion precoz...habra que llamar a la puerta antes de que abra, no se que digo yo

cojoiden dijo...

anónimo 19:40: no te preocupes es memoria emotiva
anónimo 21:18: yo hablo del encuentro propiamente dicho, los prolegómenos allá cada cual

Simón dijo...

Tengo para mí que el único amor que existe es el de los hijos por sus padres y los padres por sus hijos. Bueno, y el amor propio. Los demás son sólo una licencia poética en la que usamos malamente la palabra amor para indicar otras cosas muuuuuuy diferentes.