martes, 23 de junio de 2009

Desórdenes temporales



Mi deseo no puede nunca ser satisfecho. No me interesa tu presente, no me interesa tu futuro. Lo que yo quisiera conquistar es tu pasado.
No hay solución puesto que esto no es una novela. Si lo fuera yo podría utilizar una analepsis y saltar atrás en el tiempo. Me integraría en tu pasado. Robaría tus recuerdos. Monopolizaría tu nostalgia.
Quizá podría, así, librarme de este nudo de angustia que me atenaza cada vez que te veo ensimismado, la mirada perdida hacia la derecha (señal de que estás recordando y no imaginando), una media sonrisa melancólica, y sé que yo no estoy entonces en tu mente.
Somos nuestros recuerdos. Si yo no estoy en tus recuerdos no existo para ti.
Sé que algún día estaré en tus recuerdos, cuando sea otra la que sufra la angustia de no poder conquistar tu pasado.
Cuando mi mirada se quede perdida hacia la derecha y en mi mente sólo existas tú...
Ese es mi único consuelo.
Quisiera deshacerte para hacerte de nuevo a imagen y semejanza del que ahora amo.
Quisiera haberte conocido cuando no te conocía.
Quisiera viajar en el tiempo y verte antes de ser lo que eres.
Ya he dicho que mi deseo no puede ser satisfecho.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

“Es curioso, pero vivir consiste en construir futuros recuerdos; ahora mismo, aquí frente al mar, sé que estoy preparando recuerdos minuciosos, que alguna vez me traerán la melancolía y la desesperanza.”

Hay una forma de amar que es ligera, epícurea, voluptuosa. Busca redención en el instante, y lo consigue.
Hay otra que es inasible, densa, quimérica, heroica. Persigue eternizarse en el absoluto, y fracasa.
Allí donde la sentimos por primera vez empieza la boca de "el túnel".

Todo lo que construí en mí rechaza el tono nostálgico y resignado de lo que escribiste, sin embargo hay algo nuclear que reconoce la fuerza triste de tus palabras: a veces me desconcentro, y me descubro perdiendo la mirada en la dirección equivocada.
En todo caso reconforta que hoy vuelvas a escribir. En nuestro idioma a leer siempre se empieza mirando a la izquierda. Y a escribir también. Ojalá nunca dejes de hacerlo.

Simón dijo...

Que yo sepa, lo de mirar a la derecha o a la izquierda mientras recuerdas o imaginas no está demostrado científicamente ni mucho menos. De momento, es poco más que una leyenda urbana.

Anónimo dijo...

Que yo sepa lo de que es poco más que una leyenda urbana no está científicamente demostrado ni mucho menos. De momento es poco más que una idea tuya. Pero como ni tú ni yo lo sabemos todo, por lo pronto déjanos seguir con el rollo, que aunque fuera una licencia poética, era bonita, coño.