jueves, 6 de agosto de 2009

Universos paralelos



Los que hemos crecido con la saga de Regreso al Futuro somos muy tendentes al onanismo mental con eso de los viajes en el tiempo y las paradojas que se sucederían de una cita con tu abuela adolescente. ¿Quién no ha deseado alguna vez poseer una máquina del tiempo? Para descubrir el futuro, para asistir personalmente a algún acontecimiento histórico, para desvelar misterios pretéritos... pero, sobre todo, para enmendar los errores del pasado.
Yo soy de las que cree que hay múltiples dimensiones (y esto no lo creo desde un punto de vista esotérico, sino científico) y que cada decisión que tomamos provoca una ramificación en la línea espacio- tiempo creando tantos universos paralelos como alternativas de elección existan para dicha decisión. Si Fulano Pérez decide tomarse el helado de chocolate en lugar del de fresa se crea automáticamente un Fulano Pérez paralelo que eligió el de fresa en vez del de chocolate, con todo lo que eso conlleve. Dos universos surgidos de decisiones tan nimias presentarán pocas diferencias entre sí, o al menos eso sería lo esperable, pero a veces se toman en la vida decisiones trascendentales, decisiones que se constituyen en puntos de inflexión. Si, con el tiempo, esa decisión resulta más o menos acertada, si somos más o menos felices es poco probable que pensemos en las otras alternativas que descartamos, pero si somos infelices vendrá la nostalgia, y, con ella, el deseo de tener una máquina del tiempo.
"Si yo hubiera..." la tercera condicional del idioma español, la hipótesis imposible. Se llama así porque, como su propio nombre indica, es una conjetura que jamás se podrá poner en práctica, y no se podrá poner en práctica, sencillamente, porque es algo que ya ha ocurrido. Y el pasado, a no ser que tenga uno el DeLorean de Doc, no se puede cambiar.
Igual que hace Martin McFly, que regresa para impedir que Doc sea asesinado, todos querríamos poder volver al momento en el que, desde nuestro punto de vista, tomamos la decisión equivocada. Craso error. Es imposible saber si la decisión fue equivocada. Y es imposible porque cuando decidimos nos quedamos sólo en uno de los universos y no podemos ver los demás, de modo que no sabemos cuál de ellos es el mejor.
Sin embargo, a veces hay fallos en el sistema. A veces se produce una fisura en la membrana que contiene nuestro universo y, aplicando a ella el ojo como un mirón, podemos atisbar lo que ocurre en el universo paralelo. A veces podemos ver, por un momento, como sería nuestra vida de haber tomado otra decisión.
No hace mucho he estado en Londres, por primera vez en mi vida. De la ciudad no diré nada que de eso ya se encargan las chopocientas mil guías que se han escrito sobre ella.
Lo que quiero contar es que allí, justo allí, en Mile End, yo encontré una fisura en la membrana del espacio-tiempo.
Durante la semana larga que permanecí allí, me dediqué oficialmente a ver museos y monumentos, pero en realidad no hice otra cosa que fisgonear en mi universo paralelo.
Ojalá no lo hubiera hecho...
Yo creía que sí, que tomé la decisión correcta, y, con la poca sensatez de que dispongo, aún lo pienso.
Pero entonces ¿por qué ahora daría cualquier cosa por tener una máquina del tiempo?


1 comentario:

Una fan de la France dijo...

Me gusta mucho la manera que tienes de explicar las cosas, sencilla, pero expresiva y fresca a la vez...

No me pierdo un post.

Para cuándo una novela? La leería con avidez...

P.D.: Sé que ya existe alguna por "cocinándose", pero de verdad creo que (si no lo has hecho ya y entinces estoy metiendo la pata), deberías intentar este camino de manera profesional...