martes, 8 de septiembre de 2009

Mariconadas las justas



Estoy viendo por enésima vez todos los capítulos de CSI Las Vegas. He adquirido tal conocimiento de la ciencia forense que estoy preparada para matar y descuartizar a meretriz sin dejar pistas (ups, se suponía que no debía revelar mis intenciones).
Pero no es por esto por lo que me entusiasma el CSI. Tampoco, como pensará más de una mente sucia, por el negrazo que sale, aunque he de reconocer (y eso que yo no he sido nunca muy entusiasta de los negros, excepción hecha de mi amado negroide) que está hasta para plancharle las camisas. Ya lo dijo ese sabio llamado Antuán DJ: "Si yo fuese ese negro no me iba a aguantar ni dios".
Pero no queridos míos, mi verdadera motivación, y los que me leen lo saben, es Grissom. Yo amo a este hombre con todas las fuerzas de mi corazón. Y que quede clarito, no amo a William Petersen sino a Gil Grissom (el que quiera advertirme de que Grissom no existe en realidad se puede ir a tomar por culo, sin acritud). Yo amo a Grissom y siempre lo amaré, y punto.
Podría llenar posts y posts con las genialidades de este hombre, así que resumiré su sabiduría en algo básico "Yo creo en las pruebas". Así es, también lo dijo Cristo "Por sus obras los conoceréis". La peña que diga misa, pero al final somos nuestras acciones y alguien te puede decir que te quiere muchísimo, pero si te trata mal vete planteando que, a lo mejor, no te quiere tanto.
Hoy estoy refranera y ahí va otro "Cuánto te quiero perrito, pero pan poquito".
Se ve que he estado mucho tiempo amnésica, porque se me habían olvidado muchas cosas...
Cosas como que soy una tía cojonuda, que los charlatanes son charlatanes por mucho que reciten a Neruda y que los que ya no quieren a su cónyuge se divorcian. Cosas como que obras son amores y que la gente sin cojones es más dañina que la gente mala. Y cosas como que los príncipes de ojos verdes que lloran escuchando boleros son un coñazo y molan mucho más los caballeros de hercúleos pectorales.
Y también se me había olvidado que yo soy divertida, joder, que por algo soy el alter ego femenino de don Prognato. Y yo escribía cosas graciosas y yo acuñé la frase "Si la vida te da una hostia escribe un post". Y de un tiempo a esta parte me había convertido en un puto coñazo, una plañidera despechada. Pues, como dijo María Jiménez, se acabó (el que quiera puede dar una patada en el suelo).
Ah, y una cosa más, esta princesita no besa más sapos...
Me voy de marcha con el cuerpo de alabarderos.


13 comentarios:

Juan dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Juan dijo...
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Juan dijo...

Ahora sí que se te ve la fuerza. Ahora sí que respondes a lo que vos esperás de vos.
Y el discurso es el principio de tu propia salud, que otra vez te restaura.
Que alegría que tengas buena memoria.
Qué alegría que hayas decidido encajarlo, ponerte en pie y combatirlo.
Mi opinión hoy está mediada por la satisfacción que me da tu entrada, pero aún así no puedo evitar discutirte algunas cosas:

1- La gente mala es más dañina que la gente sin cojones. Lo que pasa es que los segundos sólo pueden joderte a traición, lo que éticamente es más ruin. Necesitan como condición indispensable de tu colaboración y de tu confianza por lo que te hacen sentir más gilipollas, abusan de una desprotección que les concedes voluntariamente. Moralmente son más dañinos, pero el daño objetivo que son capaces de producir es mucho más limitado: nadie se mete voluntariamente en una sala de torturas, por ejemplo.
Me surge una idea a discutir pero tal vez sea filosofar demasiado. ¿La cobardía y la maldad pueden realmente ir por separado?.

2- Es verdad que molamos más los de hercúleos pectorales, pero también lloramos, con boleros no.

3- Insistiendo con mi reivindicación de una utilización mas ajustada a mí mismo del lenguaje propio y ajeno te expreso con sincera alegría de amigo imaginario que ahora sí que sos un verdadero coñazo, digno y combativo. Y el que te merezca, que te disfrute. Y el que no, que siga con su vida mediocre y patética.

Melamachaka dijo...

Acaba de preparar su armamento, pero le recuerdo que un guerrero cojonudo limpia sus botas todos los días.

Algún día, en un jodido combate se acordará de lo que digo: la munición se acaba, se queda sin agua y sin comida, y el jefe de su pelotón muere por mortero masturbándose en la letrina. Pero, sus botas embetunadas desde hace años le ayudarán a sobrevivir más tiempo.

Sé que no me hace niputocaso y eso me importa tanto como el pelo de su bigote. Yo sólo cumplo con el manual.

cojoiden dijo...

sargento (ya no me queda duda de que es usted, su prosa es tan particular...), no me fío mucho de los que embetunan sus botas, no me fío mucho de la gente que tiene su ropa y sus zapatos perfectamente ordenados. Normalmente lo hacen para ocultar un profundo desorden emocional

Melamachaka dijo...

Espero que tengas bigote.

cojoiden dijo...

por supuesto que lo tengo

HIJA DE LA LUUUNAAAA dijo...

Encantada de verte entera, pero no vuelvas a disculparte nunca por el daño que te ha hecho otro, que se disculpe él, si es que tiene cojones. Cojones de mirar dentro de él y reconocerse a si mismo y cojones de reconocértelo a ti. Aquí estamos para pasar un buen rato y para leer lo que necesites que leamos. En lo bueno y en lo malo, que dice el del alzacuellos blanco.

cojoiden dijo...

hija de la lunaaa, no tiene cojones, te lo digo yo ya, ni los tendrá nunca
pero vamos, el amor se pasa, sobre todo cuando uno descubre que todo fue una mentira

Melamachaka dijo...

¿Cojo mía estás por ahí?. Llevo tiempo sin saber de ti.

Mi corazón palpita... después de unos cafés y unas copitas.

Y luego miro tu blog
y creo sentir amor.
¡Que va...!, nada de amor, es una subida de tensión.

Aún así, imprimo tus entradas y las archivo debajo de la almohada.
Quién sabe, quizás algún día aparezcas en mi cama... hmmm... sin suspensorios... sin huevos... sin pijama...

cojoiden dijo...

melamachaka, digame usted en que se diferencian el amor y una subida de tensión...
lo del suspensorio y los huevos es metafórico y pijama no gasto...
pero como voy a aparecer en su cama si no me dice quién es usted?

Melamachaka dijo...

Yo la digo lo que no soy.

No soy el Sargento Hartman, del cual tuve tantos celos que me llevaron a alistarme en la marina y servir en la Isla Perejil.

Allí, abatí a cañonazos a un pastor marroquí que trataba de aprovecharse de una de sus cabras durante el Ramadám.

Por aquella proeza, Juanca me puso una "chapa" al mérito militar y Mojamé me regaló unos dátiles por hacer cumplir la ley islámica y para consolar a la cabra.

cojoiden dijo...

así que mi ángel ha vuelto...