lunes, 27 de diciembre de 2010

Fornicación

Le he prometido al tocayo de mi futura hija, que a su vez fue hijo mío en otra vida, que escribiría un post sobre la fornicación. Bueno, a decir verdad no se lo he prometido y justo es decir que el chico tampoco me lo ha pedido, pero me nombró esta preciosa palabra cargada de sonoridad y yo le dije que escribiría sobre ella. Y así lo estoy haciendo.
El tocayo de mi futura hija, que a su vez fue hijo mío en otra vida, es un personaje reciente en mi vida (en esta vida, obviamente, porque ya he dicho que fue mi hijo en otra), supongo que por eso no es capaz de comprender la magnitud de mi cariño por él. Y es que el chico, por mucho que se resista a admitirlo, es un poquito cuadriculado y piensa que el cariño y el tiempo son directamente proporcionales, cuando eso, como todo ser con mente novelesca sabe, no es así.
El tocayo de mi futura hija, que a su vez fue hijo mío en otra vida, es bastante mono, con moflos suaves y tentadores, moflos de esos para plantar besos sonoros y contundentes, y una sonrisa que te pone de buen humor instantáneamente.
No es un novio, ni un amante, ni siquiera un amigo, es lo que es. ¿Y qué es? Pues las verdades son dos: que no lo sé y que no me importa.
Yo hubiera podido enamorarme locamente de él si le hubiera conocido cuando él tenía veinte años y yo veinticuatro y yo llevaba el pelo corto y él largo. Largo, liso y negro. Y estoy segura de que le querré mucho dentro de un tiempo, sigamos tratándonos o no. Así que supongo que ahora es una mezcla de esas dos cosas: el enamoramiento que pudo haber sido y el cariño que será. Yo tengo la suerte de tener un corazón diacrónico y no sincrónico: puedo querer a las personas por lo que han sido o lo que serán, no sólo por lo que son.
Vaya, yo había dicho que iba a escribir sobre la fornicación, pero esto es lo que pasa con lo que uno escribe: que, al igual que la vida, y aunque el tocayo de mi futura hija, que a su vez fue hijo mío en otra vida, no lo crea, siempre va por donde quiere y nunca por donde quieres tú que vaya.
Supongo que cuando quiera hablar de otra cosa saldrá la fornicación, pero lo hará cuando ella quiera, no cuando quiera yo.

5 comentarios:

Simón dijo...

Que tengas un feliz 2011 Miss Cojo, ya sea con ese que no es tu amante ni novio ni amigo, o sin él.

cojoiden dijo...

lo que si te digo Simón es que en 2011 le voy a dar la vuelta al planteamiento, no sé aún cómo lo voy a hacer, pero lo haré

Anónimo dijo...

Tengo que confesar que me salen los celos por las orejas y las tengo muy grandes.

Eso de que alguien haya sido su hijo, tocayo de su hija y además... ser un nosequé que sé que es pero no sé, no sé... me saca de todos mis quicios.

Esto demuestra que este post rezuma fornicación cojoidiana.

Siguiendo con los celos que me matan, espero que no se olvide del primero y más agerrido limpiador de letrinas que la nombró Miss Cojo (soslayando al Mister) y espero que su especial paladar sepa distinguir un vino de otro.

cojoiden dijo...

ay mi melamachaka...
pero cómo se va a poner usted celoso a estas alturas de la vida por uno de los desvaríos de mi veleidosa e ingobernable amígdala?
Sabe que usted está en mi corazón muy por encima de todos esos...

cojoiden dijo...

le contaré un secreto melamachaka: el tocayo de mi futura hija no era más que una proyección de mi novelesca mente. Yo creo mis personajes siempre sobre la base física de alquien que conozco (a veces simplemente es alguien que veo de pasada por la calle), no es hasta que veo el soporte físico que puedo empezar a moldear su ficticia personalidad. Lo mismo me pasó con este caballero. Estaba en mi imaginación y lo proyecté sobre el primer soporte físico que me crucé. Y he estado a punto de confundir física y metafísica, morfología con sintaxis, maravillosa fantasía con decepcionante realidad. Menos mal que, esta vez, me he dado cuenta a tiempo y me lo he sacudido de encima como Cristo se sacudió del polvo de las sandalias al salir de ese pueblo donde no lo supieron apreciar.
Tengo tendencia a echar margaritas a los puercos, pero, poco a poco, voy corrigiéndome.