lunes, 7 de abril de 2008

Sustituciones


Cuando veía a los exheroinómanos acudir a buscar su dosis diaria de metadona, siempre me hacía la misma pregunta: vale, la metadona sustituye a la heroína pero ¿qué sustituye a la metadona?
Ahora ya lo sé. Nada sustituye a la metadona. Nada. Es más, la metadona es más adictiva que la heroína y, por ende, más difícil de dejar.
Se oyen muchas teorías sobre lo que es vivir. Yo tengo la teoría definitiva: vivir es sustituir.
Vamos sustituyendo cosas en nuestra vida y a la vez hacemos de sustitutos. En cada trabajo desempeñamos la función que ya desempeñó otro antes y que desempeñará otro después. En cada amor recibimos las caricias que otro recibió antes y que otro recibirá después. Eso es muy desagradable y procuramos no pensar en ello. A todos nos gusta pensar que somos únicos y maravillosos, irrepetibles y que nuestra marcha dejará un vacío irrellenable. Pero eso no es así. Mi amadísimo Grissom lo expresó muy bien en una de sus maravillosas sentencias, "Tarde o temprano todos somos sustituidos", a lo que le contestaron, con no menos genialidad, "Dígamelo cuando lo sustituyan a usted".
De aquí sale un silogismo claro, si la vida es dolor y la vida es sustitución, la sustitución es dolor. Pero, paradójicamente, la sustitución es el método más recurrente para paliar el dolor. Sustituimos el tabaco con parches de nicotina, la heroína con metadona, la juventud con el tonto consuelo de la experiencia, la fuerza con la maña y la maña con la fuerza, sustituimos el hambre con comida, el amor con sexo y el sexo con amor. Sustituimos esos grandes amores que nos desgarran el alma por esos amores fáciles, que tienen más de amistad que amor, al igual que sustituimos los preciosos zapatos de tacón de aguja por las zapatillas viejas al llegar a casa.
Pero, al igual que ocurre con la metadona y la heroína, ese amor fácil y liviano que usamos para paliarnos el dolor de aquel otro, difícil y trascendente, es más difícil de sustituir. Ese amor liviano, que cogimos sin darnos cuenta, que, como un bálsamo nos curó las heridas, ése si que es insoportablemente doloroso de perder e increíblemente difícil de sustituir.
Ya lo dijo aquél, que de tonto no tenía un pelo:"Un clavo saca otro clavo, pero después hay que usar los alicates"

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ni una palabra a su acertadísima reflexión. De hecho, ahora mismo estoy sustituyendo el turgente culo de mi ex novia, por un colacao con madalenas.

Anónimo dijo...

-¡Tu ex-novia?- exclamó atónita y cabreada la susodicha.

Unknown dijo...

Por desgracia, sólo hay una primera vez para todo. Para las demás "veces" puede ser algo distinto, mas intenso, menos intenso, con altibajos, sin altibajos... pero al final se basa en el mismo efecto de la primera vez.
En todas las "segundas veces" corremos el riesgo de vivir una ilusión de la primera vez, en vez de darnos cuenta que simplemente la nostalgia nos ha invadido, y que tardará en curar.
Pero, al final, siempre se acaba en las mismas preguntas: te conoces lo suficiente a ti mismo para saber lo que realmente te gusta?, y para saber lo que necesitas?, y para saber lo que nunca debes probar?, cambiarías la dependencia a la mejor dosis de caballo por hacer el sacrificio de darte lo que necesitas realmente aunque sepas que no te va a gustar igual?...
sorry por el ladrillo.

cojoiden dijo...

pues no te he entendido pero me huele a boletus